15 enero, 2007

La crisis de las hamburguesas

Son ya muchas las opiniones referidas a la crisis de las hamburguesas. Se ha abordado el problema nutritivo que representa la ingestión de tantas calorías en una sola comida, se ha debatido el papel de la ministra de Sanidad regulando la publicidad al respecto, y finalmente aparecen ya reflexiones sobre las repercusiones de este modelo de alimentación rápida basado en un exceso en el consumo de carne. Al respecto, el mundo virtual de Internet nos permite conocer a fondo cómo trabajan estas grandes cadenas del bocadillo de hamburguesas. Recomiendo la visita a la web http://www.mcvideogame.com, donde se puede jugar a tener el control de una de estas corporaciones. En unos instantes te conviertes en el ingeniero agrónomo responsable de la producción agrícola que proveerá de alimento a las vacas. Después, te colocas el mono como responsable de la granja para el engorde de las vacas. Con una gorra, pasas a la gerencia de una de las sucursales de venta y finalmente, con traje y corbata, participas en las decisiones de mercadotecnia, relaciones públicas y consejo de administración.
Así pues, me he puesto manos a la obra y, dada mi profesión, me he centrado en la parte productiva. Como ciberagricultor que trabaja para una de estas grandes cadenas, he comprendido el reto si quiero ser un ganador: máxima productividad al menor coste posible. El secreto está en deslocalizar la producción bovina a un país del Tercer Mundo. Allí todo son ventajas. Me permite alejar los olores y residuos de los finos olfatos de nuestros consumidores. La adquisición de tierras para los pastos y cultivos con los que fabricar el pienso es fácil y económica, incluso si tenemos que expulsar a familias campesinas que vivan allá. No importa usar tierras que se están dedicando al cultivo de cereales que abastecen a la población de la zona o talar hectáreas de selva tropical, tan poco productiva. Además, está permitida la utilización de soja transgénica, que facilita mucho los trabajos agrícolas eliminando mano de obra. Por el momento, la regulación no nos obliga a informar a nuestros clientes de que sus hamburguesas se han criado con piensos transgénicos.
Las cadenas de comida rápida -además de ser el icono de un modo de vida- ejemplarizan las desigualdades entre unas sociedades ricas y obesas y sociedades pobres al servicio de las primeras. La hamburguerización de la dieta significa en nuestros países el desplazamiento de dietas ricas en vegetales (como la mediterránea) por dietas ricas en proteínas de origen animal, fundamentalmente carne. La necesidad de disponer de mucha carne y barata modifica la forma de producirla y, entonces, este estilo de alimentación también significa la progresiva sustitución de las granjas tradicionales por las granjas industriales.
En las granjas tradicionales la cría de ganado es una actividad compatible y complementaria con la agricultura. El ganado proporciona fuerza motriz para el trabajo agrícola y estiércol para los suelos, y se alimenta de vegetales que no suele consumir el ser humano. En cambio, en las granjas industriales el ganado estabulado se alimenta fundamentalmente de cereales como el maíz, leguminosas como la soja (procedentes de Argentina, Brasil o Bolivia) y en algunos casos incluso con harinas de pescado (de origen peruano), y se convierte así en competidor directo de las personas para su alimentación. Eso sí, de acuerdo con los últimos datos aportados por la FAO en el pasado Día Mundial de la Alimentación, de las personas que viven en los países empobrecidos -como los citados-, 850 millones sufren hambre, mientras que a su alrededor la tierra y el mar se dedican al engorde de ganado.

Gustavo Duch Guillot
VETERINARIOS SIN FRONTERAS
gustavo.duch@veterinariossinfronteras.org
www.veterinariossinfronteras.org

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