22 diciembre, 2006

Cáncer de testículo

¿Qué es el cáncer testicular?

El cáncer del testículo (también llamado testis), un tipo de cáncer poco común en los hombres, es una enfermedad en la cual se encuentran células cancerosas (malignas) en los tejidos de uno o ambos testículos. El esperma (las células germinativas masculinas que al unirse con un óvulo femenino pueden llegar a formar un bebé) y las hormonas masculinas se producen en los testículos. Hay dos testículos localizados dentro del escroto (una bolsa de piel suelta que se encuentra suspendida directamente debajo del pene). Los testículos son similares a los ovarios en las mujeres (las bolsas pequeñas que contienen los óvulos femeninos).
El cáncer del testículo es el cáncer más común en los hombres entre los 15 y los 35 años de edad. Los hombres que tienen un testículo que no ha descendido (un testículo que nunca ha bajado al escroto) corren mayor riesgo de desarrollar cáncer testicular que los hombres cuyos testículos han descendido al escroto. Este riesgo sigue existiendo aun cuando se haya efectuado cirugía para colocar el testículo en el lugar correspondiente dentro del escroto.
El paciente deberá ver al médico si el escroto presenta alguna hinchazón. El médico le hará un examen de los testículos y hará un palpamiento para determinar la presencia de masas. Si el escroto no se siente normal, el médico quizás tenga que realizar un examen por ultrasonido, en el que se usan ondas de sonido para tomar una imagen del interior de los testículos. El médico puede tener que extraer el testículo y observarlo en el microscopio para determinar la presencia de células cancerosas. Es muy importante que esto se haga correctamente.
La probabilidad de su recuperación (pronóstico) y selección de tratamiento dependerán de la etapa en que se encuentra el cáncer (si se encuentra en el testículo únicamente o si se ha diseminado a otros lugares) y el estado de salud en general del paciente.

Etapas del cáncer del testículo

Una vez que se haya diagnosticado el cáncer testicular, se harán más pruebas para determinar si el cáncer se ha diseminado del testículo a otras partes del cuerpo (clasificación por etapas). El médico necesita saber la etapa en la que se encuentra la enfermedad para planificar el tratamiento adecuado. Las siguientes etapas se usan para la clasificación del cáncer del testículo:
- ETAPA I: El cáncer se encuentra en el testículo únicamente.
- ETAPA II: El cáncer se ha diseminado a los ganglios linfáticos en el abdomen (los ganglios linfáticos son estructuras pequeñas en forma de frijol que se encuentran por todo el cuerpo y cuya función es producir y almacenar células que combaten la infección).
- ETAPA III: El cáncer se ha diseminado fuera de los ganglios linfáticos en el abdomen. El cáncer puede expandirse a partes del cuerpo lejos de los testículos, como por ejemplo los pulmones y el hígado.
- Recurrente: Enfermedad recurrente significa que el cáncer ha vuelto a aparecer (recurrido) después de haber sido tratado. Puede volver a aparecer en el mismo lugar o en otra parte del cuerpo. El paciente deberá examinarse el otro testículo regularmente varios años después de su tratamiento por la posibilidad de que la enfermedad recurra. El paciente podría tener que hacerse exámenes médicos una vez al mes durante el primer año después de la cirugía, un mes si y otro no durante el año siguiente, y con menor frecuencia posteriormente.

Tratamiento del cáncer testicular

Existen tratamientos para todos los pacientes con cáncer del testículo, y la mayoría de los pacientes pueden curarse con los tratamientos disponibles. Se emplean cuatro clases de tratamientos:
Cirugía (extracción del cáncer en una operación).
Rradioterapia (uso de rayos X de alta energía u otros rayos de alta energía para eliminar las células cancerosas).
Quimioterapia (uso de medicamentos para eliminar las células cancerosas).
Trasplante de médula ósea.
La cirugía es un tratamiento común para la mayoría de las etapas del cáncer del testículo. El médico puede eliminar el cáncer extrayendo uno o ambos testículos mediante una incisión (corte) en la ingle. Este procedimiento se llama orquiectomía inguinal radical. También se pueden extraer algunos de los ganglios linfáticos en el abdomen (disección de ganglios linfáticos).
La radioterapia consiste en el uso de rayos X de alta energía para eliminar células cancerosas y reducir tumores. La radioterapia para el cáncer testicular por lo general proviene de una máquina fuera del cuerpo (radiación de haz externo).
La quimioterapia consiste en el uso de medicamentos para eliminar células cancerosas. La quimioterapia puede tomarse en forma oral o puede administrarse en el cuerpo con una aguja en una vena. La quimioterapia se considera un tratamiento sistémico ya que el medicamento es introducido al torrente sanguíneo, viaja a través del cuerpo y puede eliminar células cancerosas fuera del testículo.
El trasplante de médula ósea es un tipo de tratamiento más reciente. Durante un trasplante de médula ósea autólogo, se toma médula ósea del paciente la cual es sometida a tratamientos con medicamentos para eliminar las células cancerosas. La médula se congela y el paciente luego recibe quimioterapia en dosis elevadas con o sin radioterapia para destruir toda la médula que queda. La médula congelada que fue guardada es descongelada y administrada con una aguja en una vena para reemplazar la que fue destruida.

Tratamiento por etapas

El tratamiento para el cáncer del testículo dependerá de la etapa y tipo de células que conforman la enfermedad, edad y estado de salud general del paciente.
El paciente podría recibir un tratamiento considerado estándar que se basa en la efectividad del tratamiento según los resultados recibidos por varios pacientes en pruebas anteriores, o podría optar por formar parte de una prueba clínica. No todos los pacientes se curan con terapia estándar y algunos tratamientos estándar podrían tener más efectos secundarios de los deseados. Por estas razones, las pruebas clínicas están diseñadas para encontrar mejores formas de tratamiento para los pacientes con cáncer y están basadas en la información más actualizada. Se están llevando a cabo pruebas clínicas en varias partes del país para todas las etapas del cáncer testicular. Si desea obtener más información, llame al Servicio de Información sobre el Cáncer al 1-800-4-CANCER (1-800-422-6237); TTY 1-800-332-8615 (línea para sordos) en los Estados Unidos.

CANCER TESTICULAR - ETAPA I

El tratamiento dependerá del aspecto que tengan las células cancerosas en el microscopio (el tipo de célula). Si tiene un tumor llamado seminoma, el tratamiento probablemente consista en una cirugía para extraer el testículo (orquiectomía inguinal radical), seguido de radiación de haz externo a los ganglios linfáticos en el abdomen. También se están llevando a cabo pruebas clínicas de orquiectomía inguinal radical sola seguido de exámenes concienzudos para determinar si el cáncer ha regresado.
Si el paciente tiene un tumor llamado no seminoma, podría recibir alguno de los siguientes tratamientos:
Orquiectomía inguinal radical y extracción de algunos de los ganglios linfáticos en el abdomen (disección de los ganglios linfáticos). Usted podría ser sometido a una cirugía en la que se preservará la fertilidad. Se deberán realizar exámenes de sangre y radiografías del tórax una vez al mes durante el primer año después de la operación y por lo menos cada 2 meses durante el segundo año. También se podría realizar una tomografía axial computarizada, un tipo de radiografía especial. Si los resultados de las pruebas no parecen normales y el cáncer ha vuelto a aparecer (recurrido) el médico administrará quimioterapia sistémica tan pronto como sea possible.
Orquiectomía inguinal radical sola seguida de exámenes concienzudos para determinar si el cáncer recurre. Chequeos regulares durante los dos primeros dos años después de la cirugía podrían incluir preguntas acerca del período postratamiento del paciente, un examen físico, y análisis de sangre. Durante el primer año después de la cirugía, podría también usarse una tomografía computarizada (el cual es un instrumento de diagnóstico que se usa para tomar imágenes transversales del cuerpo, y puede llevarse a cabo cada 2 a 4 meses.

CANCER TESTICULAR - ETAPA II

El tratamiento dependerá del aspecto que tengan las células cancerosas en el microscopio (el tipo de célula). Si el paciente tiene un tumor llamado seminoma y el tumor no es voluminoso (no se puede sentir ningún nódulo linfático en el abdomen y no hay ningún nódulo linfático bloqueando los uréteres [los tubos que transportan orina del riñón a la vejiga]), el tratamiento probablemente consista en una cirugía para extraer el testículo (orquiectomía inguinal radical). Se administrará entonces radiación de haz externo a los ganglios linfáticos en el abdomen.
Si el paciente tiene un tumor llamado seminoma y el tumor es voluminoso (se pueden sentir ganglios linfáticos en el abdomen y/o los ganglios linfáticos están bloqueando los uréteres, o si una tomografía axial computarizada muestra que son voluminosos), su tratamiento probablemente consista en orquiectomía inguinal radical seguida de quimioterapia sistémica o radioterapia de haz externo.
Si el paciente tiene un tumor llamado no seminoma, su tratamiento probablemente consista en alguno de los siguientes:
Orquiectomía inguinal radical y extracción de los ganglios linfáticos en el abdomen (disección de ganglios linfáticos). El médico lo examinará todos los meses y le hará exámenes de sangre, radiografías del tórax y tomografías axiales computarizadas. Si los resultados de los exámenes no son normales, usted probablemente sea sometido a quimioterapia sistémica.
Orquiectomía inguinal radical y disección de ganglios linfáticos, seguida de quimioterapia sistémica. Se deberán hacer exámenes de sangre y radiografías del tórax una vez por mes durante el primer año después de la operación. También se realizarán tomografías axiales computarizadas regularmente.
Orquiectomía inguinal radical seguida de quimioterapia sistémica. Si las radiografías muestran que el cáncer permanece después de la quimioterapia, se puede llevar a cabo una cirugía para eliminar el cáncer. Después de la operación, el médico lo controlará todos los meses y le hará exámenes de sangre, radiografías del tórax y tomografías computarizadas. En algunos casos, la quimioterapia puede ser administrada antes de la orquiectomía inguinal radical.
Pruebas clínicas de quimioterapia sistémica en lugar de disección de ganglios linfáticos (en pacientes seleccionados).

CANCER TESTICULAR - ETAPA III

El tratamiento dependerá del aspecto que tengan las células cancerosas en el microscopio (el tipo de célula). Si se tiene un tumor del tipo seminoma, el tratamiento probablemente consista en cirugía para extraer el testículo (orquiectomía inguinal radical), seguida de quimioterapia sistémica. Se está estudiando en pruebas clínicas orquiectomía inguinal radical seguida de quimioterapia sistémica. Si se tiene un tumor del tipo no seminoma, el tratamiento probablemente consista en alguno de los siguientes:
Quimioterapia sistémica. Se están llevando a cabo pruebas clínicas en las que se están evaluando nuevos medicamentos quimioterapéuticos.
Quimioterapia sistémica, seguida de cirugía para extraer cualquier masa que permanezca para determinar si queda alguna célula cancerosa. Si quedan células cancerosas, usted probablemente sea sometido a más quimioterapia sistémica.
Pruebas clínicas de quimioterapia sistémica.
Pruebas clínicas de quimioterapia sistémica en dosis elevadas con trasplante de médula ósea autólogo (en algunos pacientes).
Nota: Una revisión de los resultados obtenidos en pacientes que participaron en el mismo ensayo clínico en diferentes instituciones de 1990 a 1994, muestran que las instituciones que aceptaron más de 15 pacientes en sus ensayos clínicos, obtuvieron una mejor tasa de supervivencia a dos años, que las instituciones que que aceptaron menos de 5 pacientes. Estos resultados podrían indicar que la experiencia de dicha institución en llevar a cabo tratamientos complejos podría incidir en la supervivencia del paciente. Sin embargo, estos datos no son de ninguna manera concluyentes debido a que no están claras las diferencias que hacen que pacientes y trabajadores de la salud, escojan un tratamiento o institución determinada.

CANCER TESTICULAR - RECURRENTE

El tratamiento dependerá de la apariencia que tengan las células cancerosas en el microscopio, el lugar donde haya recurrido (vuelto) el cáncer, y otros factores. Entre las opciones de tratamiento se encuentran quimioterapia sistémica, quimioterapia sistémica en dosis elevadas con trasplante autólogo de médula ósea, cirugía, y se están evaluando en pruebas clínicas nuevos medicamentos quimioterapéuticos.

Tomado de www.buenasalud.com

Reflexiones sobre Economía Solidaria

Alternativas al comercio capitalista

El neoliberalismo ya ha demostrado el rotundo fracaso de su fórmula: economía para pocos, ruina para muchos, centros poderosos, periferias excluidas... cada vez más gente a la vera del camino. Pero existe otra economía, otra realidad, en la que la producción es posible sin la presencia y el control de los patrones.
Grandes corporaciones, dueñas de todo, tienden cercos y vallados alrededor de sus fastuosas sucursales, sedes imperiales, que vienen, comen como langostas y se van sin dejar nada, mientras las desarrapadas multitudes contemplan desde lejos, desde afuera, el inalcanzable esplendor de los elegidos.
El neoliberalismo globalizador, que pretende igualar en pensamiento y en conductas pero no en oportunidades, se propone también someternos a un modo de producción y de consumo enemigos de la naturaleza y de la gente. Este ritmo de vida occidental, que se impuso prometiendo paraísos y panaceas, en pocos años ha provocado la vertiginosa reducción de los bosques, el peligroso avance de la desertización, el calentamiento del planeta, y ha agredido seriamente el agua, la tierra y el aire, elementos esenciales para la preservación de la vida. Adicionalmente, se han desarticulado numerosos mecanismos de solidaridad y han desaparecido diversos espacios de sociabilidad donde se creaban importantes lazos de encuentro y se enfrentaban problemáticas comunes.
La competitividad, el individualismo y la desconfianza, la tiranía de los relojes, el desenfreno publicitario y la excesiva importancia de las cosas, han desplazado el valor de la vida hacia nostálgicos rincones. Las industrias de miedo y soledad imponen sus narcóticos productos. Estamos solos ante un despótico mercado que nos vende todo. Todos solos frente a él. Tenemos que pagar hasta para morirnos.
Esta tenebrosa realidad comenzó a imponerse implacablemente a partir de la última dictadura y alcanzó su auge durante la década de 1990. A fin de siglo nos vimos a oscuras y dispersos. Mientras se disparaba la desocupación, se multiplicaba la pobreza y el país se hundía, millones de argentinos se aferraban a sus licuadoras y televisores, a sus autos nuevos y microondas.
Cuando llegó el colapso, llegó violentamente, como una inesperada tormenta en medio de la noche, y avisó que nadie se salva solo.
El país pareció sacudirse en pocos días de un prolongado letargo. La transición diezmó la tradicional solidez de la clase media y sacudió a toda la sociedad, que supo ejercer una fuerte y renovada presión a los poderes de turno.
Comenzaron a instrumentarse nuevas formas de lucha, de organización y trabajo que obligaron a las principales esferas partidarias a modificar sus pautas de hacer política. Los gobiernos siguientes, para ganar legitimidad y perpetuarse, debieron escuchar los reclamos. En esa obligación, que por definición les corresponde, vistieron máscaras progres y se disfrazaron de izquierdistas. Un presidente que amasó fortunas durante la dictadura y se fortaleció durante la década infame del menemismo, se instaló, voto mediante, en la Casa Rosada, proclamando que venía a restaurar el Estado de Derecho.
Pero mientras el poder reestructuraba sus mecanismos de dominio, la propia sociedad fue creando verdaderas respuestas ante la crítica realidad de un país vaciado y con millones de excluidos. Los trabajadores tomaron las riendas de cientos de fábricas vaciadas por los patrones, se aceitaron los mecanismos de trueque y solidaridad, surgieron asambleas barriales, nacieron importantes cooperativas, se abrieron numerosos comedores escolares y se multiplicaron las agrupaciones piqueteras, que cobraron una importante presencia en los barrios del conurbano, desarrollando distintas actividades y cristalizando un sólido entramado de militancia social.
Entre los proyectos que se fortalecieron a partir de 2001 se encuentran los emprendimientos de economía solidaria, que apuntan a crear una salida laboral autónoma, quiebran el cerco de la competencia salvaje y el asistencialismo, y abren nuevos espacios de inclusión social.
Consisten en la producción colectiva y autogestionada de numerosos artículos y su respectiva distribución sin ningún tipo de intermediarios, lo que les permite negociar y vender mejor. En algunas ciudades, como Rosario, estos microemprendimientos cuentan con el apoyo de la Municipalidad, que otorga los medios para iniciar proyectos y facilita en muchos casos la apertura de centros de capacitación donde se ofrecen cursos de formación y aprendizaje de los más diversos oficios, desde cerámica hasta carpintería, desde herrería hasta costura.
Los proyectos de economía solidaria pretenden garantizar la inserción de numerosos desocupados, pero no priorizan los fines de lucro ni la máxima rentabilidad sino los vínculos humanos.
La idea es trabajar en grupo con un propósito en común que revaloriza la mano de obra de los trabajadores y los impulsa a sostener su propia iniciativa. De esta manera se distancian del concepto competitivo que impera en el mercado e intentan construir un ámbito de colaboración y respeto mutuo.
Además destruyen la relación patrón-obrero, donde predomina un mecanismo de explotación y desigualdad. Estos emprendimientos han creado en numerosos puntos del país interesantes redes y organizaciones que los agrupan y protegen. Durante los encuentros, sus integrantes se nutren e informan recíprocamente, discuten las problemáticas comunes, intercambian ideas y tratan de dar salida a las principales dificultades.
Los logros son muchos. Ya son varios los grupos de economía solidaria que han logrado ganarse un lugar respetado en la producción de numerosos artículos, llegando en ocasiones a competir en precio y calidad con las grandes tiendas de comercios y cadenas de supermercados. Esta renovada iniciativa promueve una distribución más equitativa de las ganancias, reivindica los lazos de ayuda mutua y genera beneficios colectivos. Demuestra, además, que la producción colectiva puede sostenerse y consolidarse si se supera el imaginario de dependencia que el capitalismo impone. Existe otra economía, otra realidad. La producción es posible sin la presencia y el control de los patrones.

Por Martín Flores para Prensa De Frente.
Fuente: http://www.prensadefrente.org/pdfb2/index.php/a/2006/12/18/p2435

Pinochet y Castro, entre las dictaduras y las “democracias”

Fidel fue el único que desde cualquier tribuna defendió los intereses de los explotados y miserables de América y del mundo frente al imperialismo yanqui.

1.- Estaría lleno de alegría si la muerte de Augusto Pinochet –el dictador militar sanguinario que encabezó en 1973 el golpe de Estado en Chile para derrocar al gobierno socialdemócrata de Salvador Allende- hubiera sido festejada con gigantescas manifestaciones de masas repudiando al sistema de explotación capitalista que ese personaje asesino defendió. Pero también estaré muy triste cuando muera el líder histórico del pueblo cubano, Fidel Castro, a pesar de que su memoria no dejará de recordarse en todo el continente porque hasta antes de Hugo Chávez, el presidente venezolano, Fidel fue el único que desde cualquier tribuna defendió los intereses de los explotados y miserables de América y del mundo frente al imperialismo yanqui. La derecha mundial, que en secreto lloró la muerte de Pinochet, cuando muera Castro hará fiestas de alegría.
2. Pinochet no encabezó ninguna revolución ni derrocó a dictador alguno. Planeó con el gobierno de los EEUU el derrocamiento de un presidente que había sido electo por su pueblo tres años antes y que ponía en práctica un programa económico que buscaba la equidad en beneficio de los trabajadores chilenos. Ese programa fue torpedeado por la clase empresarial y los medios de información para preparar las condiciones de su caída. El gobierno de Nixon, junto con su canciller Kissinger, concluyó que el presidente Allende era un peligro para la expansión de sus intereses en América Latina. Repitió Nixon la experiencia de Taft en México de 1913, cuando el presidente Madero fue derrocado por el chacal general Victoriano Huerta con un golpe de Estado planeado en la embajada Norteamericana por el embajador Lane Wilson.
3. El sistema mundial capitalista, aprovechándose de los grandes medios de información a su servicio, ha presentado a Fidel Castro como un dictador sanguinario desde que éste en 1961 declaró abiertamente su independencia del gobierno yanqui y un año después declaró que construiría un modelo de socialismo cubano donde se expropiarían las propiedades norteamericanas, no tendrían cabida los empresarios explotadores ni los inversionistas yanquis. Al siguiente año éstos acordaron con los demás gobiernos peleles de América la ruptura de relaciones con Cuba, el boicot comercial y el castigo para las naciones que no respetaran el aislamiento de la isla. El gobierno se vio obligado a entrar al llamado mercado socialista para solucionar muchas cosas, aunque nunca todas. Fue un golpe casi mortal a su economía, aunque fortaleció la conciencia y la dignidad del pueblo.
4. La muerte de Pinochet ha sido analizada desde diferentes puntos de vista. Sin duda alguna las opiniones se han dividido. La izquierda, los grupos pacifistas y progresistas, se han manifestado con enorme alegría por el fallecimiento de ese personaje que mandó a asesinar a muchos miles de partidarios del presidente Allende; sin embargo los sectores derechistas, los militares, los poderosos empresarios y los medios de información que entonces se opusieron al gobierno allendista, están “consternados” por la muerte natural del viejo militar. Pinochet gobernó Chile de 1973 a 1990 enfrentando gigantescas protesta, pero por otro lado recibió todos los apoyos que necesitaba del capital internacional. Mientras Pinochet amenazaba y perseguía los movimientos de repudio, recibía de grupos financieros internacionales fuertes apoyos económicos.
5. Sin duda alguna, en cada análisis social predomina la ideología y tras ella fuertes intereses de clase; por eso cuando se habla de dictadores, demócratas o socialistas, mucho más que los calificativos hay que analizar los hechos desde diversos criterios. Tradicionalmente se llama dictador al que permanece muchos años en el poder, así nos enteramos que Franco, estuvo 36 años (1939-1975), Oliveira Salazar 36 (1932-1968), Stroessner, 35 (1954-1989), Hitler, sólo 12 años (1933-1945) y su aliado Mussolini estuvo 22 años (1923-1945), Stalin 29 años (1924-1953) y Mao Tse Tung 27 (1949-1976) Castro 47 (1959-2006), Trujillo 31 (1930-1961) Díaz 35 (1876-1911) Somoza García 19 años (1937-1956) y su hijo Anastasio Somoza Debayle 12 (1967-1979), Etcétera. ¿Por qué el gobierno yanqui puede imponer a los gobiernos del mundo la calificación de demócrata o de dictador?
6. Hitler estuvo sólo 12 años en el poder en Alemania, los mismos años que Roosevelt gobernó en los Estados Unidos (1933-1945) y menos que Juárez en México (1857-72); sin embargo el primero fue modelo mundial de dictador y los otros dos casi nunca han recibido ese calificativo. Aquí entra otro criterio, quizá el más válido, el de cómo se ejerce el poder, pero también la visión o la fuerza de los vencedores. En EEUU, según la ideología que se ha impuesto en el mundo, no puede haber dictadores porque es el país de la democracia. El despojo territorial, el saqueo de las economías de países débiles y dependientes, las invasiones a varias decenas de naciones, los bombardeos y asesinatos masivos –según sus gobiernos y los medios de información que domina- no son formas dictatoriales o fascistas, sino “medidas para extender la democracia y la paz”.
7. La llamada democracia -que nunca ha sido el gobierno del pueblo y para el pueblo- impuso una serie de normas o “Constituciones políticas” para que todo el mundo se ajuste y se rija, para que fuera aceptado dentro de las normas legales establecidas por esa misma “democracia”. Paradójicamente esa “democracia” se impuso por la fuerza para que una clase política y económica dominante siguiera gobernando con el discurso de la “igualdad, la libertad y la justicia para todos” interpretado con los mismos reglamentos y valores de esa misma “democracia”. Cambió el discurso, se transformaron cosas en la superficie, pero los hijos y los nietos de quienes dominaron hace un siglo siguen sometiendo a los hijos y los nietos de los trabajadores de antes. La llamada “democracia” se convirtió en un discurso del cambio para que todo siga igual. La dictadura de la clase sigue intacta después de 100 años.
8.- Me imagino el sufrimiento, la pesadilla, el infierno, de aquellos políticos allendistas, así como de sus familiares y amigos que personalmente observaron torturas y asesinatos para luego ser masacrados ellos mismos. A pesar de decenas de documentales y películas sobre la tortura política que mucho conocemos acerca de los campos de concentración alemanes, sobre los bombardeos y matanzas yanquis contra los campesinos de Vietnam y sobre las masacres en Chile ordenadas por Pinochet, todo ello es nada comparado con la realidad vivida de manera directa. Pero todo ello es poco comparado con el diario sufrimiento de millones y millones de familias campesinas y marginados sociales que no alcanzan para comer y que ven morir a sus hijos de hambre y enfermedades curables en medio y a un lado de la llamada democracia. CE: pedroe@cablered.net.mx
PD. Una advertencia a los lectores: Los seis o 10 mil militares disfrazados de policías que han invadido el estado de Michoacán en estos días pueden representar un verdadero peligro para los indígenas y campesinos de la región. Con el pretexto de perseguir a bandas organizadas de narcotraficantes pueden estar preparando el total control de zonas donde hay núcleos rebeldes que durante años han venido luchando contra el gobierno opresor. No debe olvidarse que el gobierno de Felipe Calderón es un gobierno usurpador de derecha y es probable que use esa fuerza militar para someter a los grupos descontentos, como lo hizo y lo sigue haciendo en Oaxaca. La experiencia de los militares en América Latina no es nada confiable. Debemos estar atentos y denunciar.

Marcos Jesus Concepcion Albala: Presidente de Argos Is-Internacional MIEMBRO DE LA 'CAMACOL' Y DE LA 'FELAP'
OPINION… ARGOS: DICIEMBRE 17 DE 2006…
Por: Pedro Echeverría V.
pedroe@cablered.net.mx
Rebelión

Por la puerta detrás

Fue en la semana en la cual cayó la última barricada de Oaxaca. Cuando, después de seis meses de viva resistencia, la fuerza bruta desalojó la gente de las calles. El pueblo, soberano, que decidió luchar por la dignidad de su ciudad, su estado, su país.
Fue en esa misma semana en que los resistentes de Oaxaca entregaran la radio universitaria, después de caer la última barricada. ¿Derrota? ¡No! Apenas una vuelta táctica.
Hasta parece que los gobernantes del México no conocen el pueblo del México. Ese pueblo aguerrido que nunca se ha dejado vencer. Que siempre resistió a los golpes más duros, a las dictaduras más violentas. Una gente que hizo acontecer la revolución más increíble del inicio del siglo XX, que garantizó una constitución libertaria y socialista.
Los que cabalgaran con Zapata, con Villa, los anónimos guerreros y guerreras de una nueva aurora, nunca se fueran. Ellos están por ahí en los levantes zapatistas, en las calles de Tijuana, en Chihuahua, en la ciudad del México, en San Salvador de Atenco, en Oaxaca. Ellos renacen a cada unos que tumba, a cada unos que es apresado o desaparecido. Ellos reviven en cada conflicto, a cada bomba, cada bala y hacen valer su voz. La derrota es siempre aparente. Porque ellos nunca se han ido, ni cuando mueren.
No ha sido por acaso que el presidente, fruto de una fraude, tuvo de se escabullir por las calles y entrar en el palacio en el medio de la noche para tomar pose. No ha sido sin razón que el mismo usurpador ha necesitado entrar por la puerta de los fondos en la ceremonia de pose del Congreso. Momento ridículo, espejo de la villanía. Rápido como quién roba fue su discurso, con un Fox avergonzado, ensayando una risa amarilla. Cena torpe, del tiempo de las republiquitas, indigna del siglo XXI.
El pueblo de México, tan digno, tan fuerte, no va dejar eso así, de barato. Por muchas veces ya fue usurpado en el poder. Felipe, el breve, puede hasta gobernar. Pero va cargar con ello el peso de la deshonra. Va vivenciar a cada día, la obscura noche en que, como un ladrón, se escabulló en la noche, lleno de miedo de sus gobernados. Ya bien explicó Enrique Dussel que un gobernante no es la sede del poder. El poder reside en el pueblo y más día, menos día, va ejercerlo. No como dominación, como es común a los tiranos de plantón, pero como poder obediencial, tal cual insisten los zapatistas. Mandar obedeciendo. Voluntad popular.
Hoy el México es un país dividido. Paira un clima de tensión, una especie de pre-clímax. La era Fox se acaba y un tumultuoso futuro se presenta. Las escenas de violencia en Atenco u Oaxaca fueran protagonizadas por el poder central como un aviso, para que el pueblo se aquietase. Para que no se envolviese en las cosas que los hombres del gobierno piensan para el país. Para que no se atreviese más a decir su palabra. ¡Pero qué!... Por las estradas del México profundo sopla un viento cómplice. Un espectro revolucionario cabalga. Zapata. Villa. Antonio. Blanca. José. Juana... Ah, esos fantasmas...
Y, en cuanto Felipe Calderón se encásatela en el palacio, por las calles van asomando los vivos...
Y serán dignos de cada mexicano que ya ha dado su vida por la patria.

Por Elaine Tavares – periodista en el OLA
Red Latina sin fronteras:
www.latinacoop.es.vg

Otra Navidad en Palestina

En el encuentro casi casual
de una sonrisa triste y suplicante,
te vemos en el rostro de un niño
que ruega un trozo de pan,
frente a la opulencia insensible
de quienes vivimos apresurados
entre vidrieras y mostradores,
en medio de fiestas y derroches.

No queremos reconocerte,
estamos ocupados en compras,
en la pretensión de sentirnos felices,
ignorando los rostros entristecidos
de quienes sufren nuestra indolencia.

Te ignoramos en el rostro sin sonrisa,
en las manos tendidas sin respuestas.

No queremos verte en los niños y niñas
que ofrecen limpiar nuestros zapatos,
no nos fijamos que andan descalzos.

Tus pies desnudos pisan el suelo
de la patria que te vio nacer pobre,
que te verá quizás morir abandonado.

Te hemos visto sufriendo soledades,
en pesebres callejeros improvisados
en callejones oscuros e inseguros,
de una ciudad indolente que te ignora.

Te hemos visto durmiendo en el suelo,
arropado con cartones y periódicos.

Te vemos extender tu mano suplicante,
rogando un pedazo de pan sobrante
de las mesas que vestimos de fiesta,
ignorando tu hambre y tu soledad.

Te vemos a diario en las esquinas,
vendiendo tu esfuerzo y tu existencia,
en el regateo diario de mercancías,
compra - venta de cuerpos y deseos.

Te hemos visto Jesús,
por las calles de ciudades y pueblos,
mostrando tu miseria y abandono.

Te vemos crucificado sin celebraciones.
Hemos visto a Herodes sanguinario,
hambriento de sangre y sufrimiento.
Perseguirte por nuestras calles,
queriendo esconder tú presencia.

Oye Jesús,
quiero que vengas a mi corazón,
que te sientas en confianza en mi mesa,
y hagas de mi corazón un pesebre
bien abrigado y siempre calido.

Quiero acompañar tu soledad,
ser uno contigo en los que sufren,
en aquellos que la sociedad rechaza.

Obed Juan Vizcaíno Nájera.
07 de Diciembre 2006.

Medio Oriente: Hamas puede tener razón

La trampa del reconocimiento
El problema que enfrenta la dirección palestina, al esforzarse por lograr un cierto alivio del sufrimiento colectivo de los millones que viven en los territorios ocupados, se reduce a unas pocas palabras. Como un niño malcriado que sólo tiene que decir “perdón” para que lo dejen salir de su cuarto, basta conque el gobierno de Hamas diga: “reconocemos a Israel” y se supone que la ayuda y la buena voluntad internacionales inundarán Cisjordania y Gaza.
Eso, por lo menos, fue lo esencial del reciente discurso del primer ministro israelí durante una visita al Negev, cuando sugirió que la mano de su país estaba extendida a través de las arenas hacia las masas hambrientas de Gaza – si sólo Hamas se arrepintiera. “Reconózcannos y estamos dispuestos a hablar de paz” fue la implicación.
El pueblo palestino ha sido ciertamente castigado con encono por su elección democrática a comienzos de este año de un gobierno de Hamas desaprobado por Israel y las potencias occidentales. Impusieron un bloqueo económico, privando a la Autoridad Palestina de ingresos para pagar por los servicios públicos y remunerar a su considerable mano de obra;
Israel retuvo ilegalmente millones de dólares en impuestos debidos a los palestinos, exacerbando la crisis humanitaria; un bloqueo físico de Gaza impuesto por Israel ha impedido que los palestinos exporten su producción, en su mayor parte cosechas deteriorables, y que importen lo imprescindible, como ser alimentos y medicinas; ataques militares de Israel han dañado la infraestructura vital de Gaza, incluyendo el suministro de electricidad y agua, y mataron al azar a sus habitantes. Y miles de familias son destrozadas al utilizar Israel el pretexto de su disputa con Hamas para dejar de renovar las visas de portadores de pasaportes extranjeros palestinos. Las palabras mágicas “os reconocemos” podrían terminar con todo este sufrimiento. ¿Así que por qué su primer ministro, Ismail Haniyeh, juró la semana pasada que nunca las pronunciaría? ¿Está Hamas tan lleno de odio y aversión a Israel como Estado judío que no puede hacer una declaración tan simple de buenas intenciones?
Es fácil olvidar que, aunque las condiciones se hayan deteriorado últimamente de modo dramático, los problemas palestinos no comenzaron con la elección de Hamas. La ocupación israelí dura cuatro décadas, y ningún líder palestino ha podido extraer de Israel una promesa de auténtica estadidad en todos los territorios ocupados: ni los mujtar, los dirigentes locales mayormente complacientes, que durante décadas fueron los únicos representantes a los que se permitía hablar en nombre de los palestinos después de que su dirección nacional fue expulsada, ni la Autoridad Palestina bajo la dirección laica de Yasir Arafat, que volvió a los territorios a mediados de los años noventa después de que la OLP reconociera a Israel; ni la dirigencia de su sucesor, Mahmud Abbas, el “moderado” que primero pidió el fin de la Intifada armada; y tampoco ahora los dirigentes de Hamas, aunque han pedido repetidamente una tregua a largo plazo (hudna) como un primer paso para desarrollar confianza.
De la misma manera, pocos palestinos dudan de que Israel seguirá afianzando la ocupación – como lo hizo durante los supuestos años de construcción de la paz de Oslo, cuando se duplicó la cantidad de colonos judíos en los territorios ocupados – incluso si Hamas es derrocado y si un gobierno de unidad nacional, de tecnócratas, o incluso si Fatah toma su lugar.
Hay mucho más en juego para Israel en el logro de esa pequeña concesión de Hamas que lo que aprecia la mayor parte de los observadores. Una declaración diciendo que Hamas reconoce a Israel haría mucho más que cumplir con la condición previa de Israel para conversaciones; significaría que Hamas ha caído en la misma trampa que fue montada anteriormente para Arafat y Fatah. Esa trampa está diseñada para asegurar que toda solución pacífica del conflicto sea imposible.
Logra ese objetivo de dos maneras:
Primero, como ya se ha comprendido, por lo menos por parte de los que prestan atención, el reconocimiento del “derecho a existir” de Israel por Hamas significaría efectivamente que el gobierno palestino abandona públicamente su propio objetivo de luchar por crear un Estado palestino viable.
Es porque Israel se niega a demarcar sus propias fronteras futuras, dejando como una cuestión pendiente qué es lo que considera como la dimensión de “su existencia” que exige que sea reconocida por Hamas. Sabemos que nadie en la dirigencia israelí habla de un retorno a las fronteras de Israel que existían antes de la guerra de 1967, o probablemente a cualquier cosa que se les aproxime.
Sin un retorno a esas fronteras previas a 1967 (más una inyección sustancial de buena voluntad por parte de Israel para asegurar un paso sin obstáculos entre Gaza y Cisjordania) no existe posibilidad alguna de que emerja algún día un Estado palestino viable.
Y, desde luego, no habrá ninguna buena voluntad. Todos los dirigentes israelíes se han negado a reconocer a los palestinos, primero como pueblo y ahora como nación. Y en la manera típicamente hipócrita de Occidente cuando trata con los palestinos, nadie ha sugerido jamás que Israel realice un reconocimiento semejante.
En los hechos, los gobiernos se han exaltado en su negativa de extender el mismo reconocimiento a los palestinos que exigen de su parte. Genialmente, Golda Meir, una primer ministra laborista, dijo que los palestinos no existen, agregando en 1971 que las fronteras de Israel “están determinadas por dónde viven judíos, no dónde existe una línea en un mapa.” Al mismo tiempo ordenó que la Línea Verde, la frontera de Israel hasta la guerra de 1967, fuera borrada de todos los mapas oficiales.
Ese legado llegó a los titulares la semana pasada cuando la ministra de educación, Yuli Tamir, provocó una tormenta al expedir una directiva de que la Línea Verde fuera reintroducida en los libros de texto israelíes. Hubo protestas generalizadas contra su “ideología de extrema izquierda” por parte de políticos y rabinos.
Según educadores israelíes, la probabilidad de que los libros de texto vuelvan a incluir la Línea Verde – o que abandonen referencias a “Judea y Samaria,” las referencias bíblicas a Cisjordania, o que incluyan localidades árabes en mapas de Israel – es casi nula. Los editores privados que imprimen los libros de texto se negarían a incurrir en los gastos adicionales de reimprimir los mapas, dijo el profesor Yoram Bar-Gal, jefe de geografía en la Universidad de Haifa.
Perceptivo al daño que la disputa podría causar a la imagen internacional de Israel, y consciente de que la directiva de Tamir probablemente jamás será implementada, Olmert estuvo de acuerdo en principio con el cambio. “No hay nada malo con que se marque la Línea Verde,” dijo. Pero, en una declaración que vació de contenido su acuerdo, agregó: “Pero existe una obligación de subrayar que la posición del gobierno y el consenso público excluyen que se vuelva a las líneas de 1967.”
El segundo elemento de la trampa es mucho menos comprendido. Explica la extraña formulación de palabras que Israel utiliza al formular su exigencia a Hamas. Israel no pide que Hamas simplemente “reconozca Israel,” sino que “reconozca el derecho a existir de Israel.” La diferencia no es sólo un problema semántico.
El concepto de que un Estado tenga algunos derechos no es sólo insólito sino extraño al derecho internacional. Las personas tienen derechos, no los Estados. Y es precisamente el punto: cuando Israel exige que se reconozca su “derecho a existir,” el significado subyacente es que no hablamos del reconocimiento de Israel como un Estado-nación normal sino como el Estado de un pueblo específico, los judíos.
Al exigir el reconocimiento de su derecho a existir, Israel se asegura de que los palestinos estén de acuerdo conque el carácter de Israel sea inamovible como un Estado judío exclusivista, que privilegia el derecho de los judíos por sobre todos los demás grupos étnicos, religiosos y nacionales dentro del mismo territorio. Israel y Occidente restan importancia al problema de lo que conlleva un tal Estado.
Para la mayoría de los observadores, significa simplemente que Israel debe negarse a permitir el retorno de los millones de palestinos que languidecen en campos de refugiados en toda la región, cuyos antiguos hogares en Israel han sido incautados a favor de judíos. Si se les permitiera que volvieran, la mayoría judía de Israel sería erosionada de un día al otro y ya no podría pretender que es un Estado judío, excepto en el mismo sentido en el que Sudáfrica era un Estado blanco.
Esta conclusión es aparentemente aceptada por Romano Prodi, primer ministro de Italia, después de una gira de cabildeo por las capitales europeas de la telegénica ministra de exteriores de Israel, Tzipi Livni. Según Jerusalén Post, Prodi dice en privado que Israel debería recibir garantías de los palestinos de que jamás se pondrá en duda su carácter judío.
Funcionarios israelíes celebran lo que creen que es la primera grieta en el apoyo de Europa al derecho internacional y a los derechos de los refugiados. “Es importante que todos coincidan al respecto,” dijo un funcionario al Post.
Pero en realidad las consecuencias de que la dirigencia palestina reconozca a Israel como Estado judío van más lejos que el problema del futuro de los refugiados palestinos. En mi libro “Blood and Religion,” describo esas duras consecuencias para los palestinos en los territorios ocupados y para el millón aproximado de palestinos que viven dentro de Israel como ciudadanos, supuestamente con los mismos derechos que los ciudadanos judíos.
Mi argumento es que esta necesidad de mantener a todo precio el carácter judío de Israel es en realidad el motor de su conflicto con los palestinos. Ninguna solución es posible mientras Israel insista en privilegiar la ciudadanía para judíos por sobre todos los otros grupos, y en deformar las realidades territoriales y demográficas de la región para asegurar que las cifras sigan pesando a favor de los judíos.
Aunque en última instancia el retorno de los refugiados posa la mayor amenaza para la “existencia” de Israel, tiene una preocupación demográfica mucho más urgente: la negativa de los palestinos que viven en Cisjordania a abandonar las partes de ese territorio codiciadas por Israel (y que conoce por los nombres bíblicos de Judea y Samaria).
Dentro de una década, los palestinos en los territorios ocupados, y el millón de ciudadanos palestinos que viven dentro de Israel excederán en número a los judíos, tanto a los que viven en Israel como a los colonos en Cisjordania.
Fue uno de los principales motivos para la “retirada” de Gaza: Israel pudo afirmar que, aunque siguiera ocupando militarmente ese pequeño pedazo de tierra, ya no es responsable por la población que lo habita. Al retirar a unos pocos miles de colonos de la Franja, 1,4 millones de gazanos fueron instantáneamente borrados de los registros demográficos.
Pero aunque la pérdida de Gaza ha postergado por algunos años la amenaza de una mayoría palestina en el Estado expandido deseado por Israel, no garantiza mágicamente la existencia continua de Israel como Estado judío. Es porque los ciudadanos palestinos de Israel, aunque son una minoría que incluye a no más de un quinto de la población de Israel, tienen el potencial de hacer que todo el castillo de naipes se derrumbe.
Durante la última década han estado exigiendo que Israel sea reformado, de un Estado judío, que los discrimina sistemáticamente y que niega su identidad palestina, a un “Estado para todos sus ciudadanos,” una democracia liberal que dé a todos sus ciudadanos, judíos y palestinos, los mismos derechos.
Israel ha caracterizado la demanda de un Estado para todos sus ciudadanos como subversión y traición, comprendiendo que, si el Estado judío se convirtiera en una democracia liberal, los ciudadanos palestinos exigirían con razón: el derecho a casarse con palestinos de los territorios ocupados y de la Diáspora, logrando la ciudadanía israelí, “un derecho al retorno por la puerta trasera” como lo llaman los funcionarios, el derecho a traer a parientes palestinos en el exilio de vuelta a Israel bajo un programa de Derecho al Retorno que sería una sombra pálida de la existente Ley del Retorno que garantiza a cualquier judío en cualquier parte del mundo el derecho automático a la ciudadanía israelí. Para prevenir la primera amenaza, Israel promulgó una ley flagrantemente racista en 2003 que prácticamente imposibilita que los palestinos con ciudadanía israelí traigan un cónyuge palestino a Israel. Por el momento, parejas en esa condición tienen poca alternativa a pedir asilo en el extranjero, si otros países les otorgan refugio.
Pero como la desconexión en Gaza, esa legislación es una táctica dilatoria más que una solución del problema de la “existencia” de Israel. Así que Israel ha estado formulando entre bastidores ideas que en su conjunto eliminarían a grandes segmentos de la población palestina de Israel de sus fronteras y despojaría a todos los “ciudadanos” restantes de sus derechos políticos – a menos que juren lealtad a un “Estado judío y democrático” y así renuncien a su demanda de que Israel se reforme para llegar a ser una democracia liberal.
Es lo esencial para un Estado judío, tal como lo fue para una Sudáfrica blanca del apartheid: si hemos de sobrevivir, tenemos que hacer todo lo necesario para mantenernos en el poder, incluso si significa violar sistemáticamente los derechos humanos de todos a los que gobernamos y que no pertenecen a nuestro grupo.
En última instancia, las consecuencias de que se permita que Israel siga siendo un Estado judío serán sentidas por todos nosotros, dondequiera vivamos – y no sólo por la repercusión de la continua y creciente cólera en los mundos árabe y musulmán ante los dobles raseros aplicados por Occidente al conflicto entre Israel y los palestinos.
En vista de la posición de Israel de que su interés más urgente no es la paz o la adaptación regional a sus vecinos sino la necesidad de asegurar a todo precio una mayoría judía para proteger su “existencia,” Israel probablemente actuará como para poner en peligro la estabilidad regional y global.
Una pequeña idea de lo que podría suceder fue sugerida por el papel jugado por los partidarios de Israel en Washington al justificar la invasión de Irak, y este verano en el ataque de Israel contra Líbano. Pero lo más evidente es su clamoreo por la guerra contra Irán.
Israel ha encabezado los intentos de caracterizar al régimen iraní como profundamente antisemita, y sus presuntas ambiciones de tener armas nucleares como orientadas por el único objetivo de querer “borrar a Israel del mapa” – una mala traducción, intencionalmente dañina, del discurso del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad.
La mayor parte de los observadores han asumido que Israel se preocupa genuinamente por su seguridad ante un ataque nuclear, por inverosímil que sea la idea de que incluso el régimen musulmán más fanático vaya a lanzar, sin provocación, misiles nucleares contra una pequeña área de tierra que contiene algunos de los sitios más sagrados del Islam, en Jerusalén.
Pero en realidad existe otra razón por la que Israel se preocupa por un Irán con armas nucleares y no tiene nada que ver con las ideas convencionales sobre su seguridad.
El pasado mes, Ephraim Sneh, uno de los generales más distinguidos de Israel, y actual viceministro de defensa de Olmert, reveló que la preocupación primordial del gobierno no era la amenaza representada por el disparo de misiles nucleares contra Israel por Ahmadinejad, sino por el efecto que la posesión de semejantes armas por Irán tendría sobre judíos que esperan que Israel tenga el monopolio de la amenaza nuclear.
Si Irán tuviera tales armas, “La mayoría de los israelíes preferirían no vivir aquí; la mayoría de los judíos preferirían no venir aquí con familias, y los israelíes que puedan vivir en el exterior lo harán... Temo que Ahmadinejad podría destruir el sueño sionista sin apretar un botón. Por eso tenemos que impedir que ese régimen obtenga capacidad nuclear a cualquier precio.”
En otras palabras, el gobierno israelí considera su propio ataque preventivo contra Irán o el aliento a USA para que cometa semejante ataque – a pesar de las terribles consecuencias para la seguridad global – simplemente porque un Irán con armas nucleares podría hacer que Israel sea un sitio menos atractivo para la vida de judíos, llevaría a un aumento de la emigración, e inclinaría la balanza demográfica a favor de los palestinos.
Se podría provocar una guerra regional y posiblemente global simplemente para asegurar que continúe la “existencia” de Israel como Estado que ofrece privilegios exclusivos a los judíos. Por el bien de todos nosotros, debemos esperar que los palestinos y su gobierno de Hamas sigan negándose a “reconocer el derecho a existir de Israel.”

Jonathan Cook: Escritor y periodista basado en Nazaret, Israel. Es autor de "Blood and Religion: The Unmasking of the Jewish and Democratic State" que será publicado próximamente por Pluto Press, y que se podrá obtener en USA en University of Michigan Press. Su sitio en la red es: www.jkcook.net
http://www.counterpunch.org/cook12142006.html

El 2006, año de jolgorio para el sector financiero suizo

"Las ganancias de bancos y aseguradoras crecieron como la espuma", celebran los magnates "y las operaciones bursátiles se multiplicaron, gracias al dinamismo de la economía mundial". Banca suiza: “tuvo este año utilidades sin freno" se regodea la agencia Swiss Info. El 2006 fue especialmente pródigo con esta rama del sector de los servicios, ya que le reportó ganancias récord, nuevas alianzas, empleos, y generó aumentos salariales. Mientras tanto, cinco niños mueren por segundo debido a la desnutrición en el mundo.

Agua, saqueo y devastación

Ni el campo ni la ciudad tienen garantía de sobrevivir

Hoy, para sostenerse, todas las ciudades (de cualquier tamaño) están obligadas a extraer agua del campo y de su propio subsuelo. Conforme crecen su población, industria, edificación y áreas pavimentadas, crecen también su necesidad de agua y la contaminación que es devuelta como basura al campo.
En el último siglo, la ciudad de México ha crecido a un ritmo tal que su expansión obligó a que (hace unos cincuenta años) se comenzara a extraer agua de la cuenca del río Lerma y después del Cutzamala, en el estado de México. Ello significa que más sembradíos, lagos y lagunas, ríos, bosques y especies de animales y plantas desaparezcan o corran peligro y, con ellos, la vida de pueblos campesinos ñahñú, mazahua, náhuatl y mestizos en cuyos bosques y tierras se recupera el agua que bebemos, se producen los alimentos que consumimos y se hace respirable el aire.
La destrucción sistemática de la vida comunitaria y campesina de los pueblos y municipios que rodean la ciudad de México, mediante despojos, expulsiones, conflictos políticos creados y agresiones económicas, provoca que las milpas, nopaleras, bosques y hortalizas se vuelvan pavimento invasor que destruye tierras que antes servían para captar agua y permitían recuperarla, por obra de las mismas comunidades, para producir alimentos y consumir a diario.
Aunque la conservación del bosque que por generaciones han trabajado los mazahuas hoy sirve para llevar casi 20 mil litros de agua por segundo a la capital (supuestamente para dotar a quienes no la tienen), una cantidad semejante al despojo se desperdicia en el subsuelo de la ciudad. Es el deterioro de los sistemas, el hundimiento irremediable de la ciudad por su mayor extracción de agua subterránea, la rotura de tubos de distribución y desagüe que mezcla aguas limpias y contaminadas.
Cuando el agua sí llega a los hogares de los habitantes de la ciudad, está saturada de materia fecal, solventes, detergentes, pinturas, químicos y metales pesados procedentes de viviendas, industria y comercio.
Millones de litros del agua residual del despilfarro industrial y doméstico se arrojan al valle del Mezquital, en Hidalgo, donde comuneros y ejidatarios ñahñú la usan para regar cultivos de maíz, calabaza, chile o alfalfa que consumen ellos y los habitantes de la ciudad de México. Así, ni urbanos ni campesinos tenemos acceso al agua o garantía de sobrevivir.
El crecimiento y hundimiento del Distrito Federal aumentan su necesidad de agua limpia y su desalojo de aguas residuales (desde y hacia regiones cada vez más lejanas). Para bombearlas y transportarlas se volvió indispensable un mayor consumo de energía eléctrica. Esto sirve como justificación oficial para construir más represas, como La Parota, en Guerrero, El Arcediano, en Jalisco o El Cajón y La Yesca, en Nayarit, proyectos que despojan de recursos y cultura a los pueblos indígenas y aumentan la emigración del campo a las ciudades mexicanas y a Estados Unidos, donde, en calidad de jornaleros asalariados por la agroindustria transnacional, producen (en semiesclavitud) alimentos que se exportan a México a precios más bajos que los nacionales, arruinan la economía campesina y, nuevamente, estimulan una emigración que desborda las ciudades y destruye la capacidad ambiental de recuperar el agua.
También cambió el modo de urbanizar el país: en las periferias de sus ciudades crecen proyectos de urbanización salvaje que incluyen, en un solo paquete, las miles de monstruosas unidades habitacionales (casas Geo, Ara, Sadasi, Homex-Beta, Came, etcétera), que impiden una vida humanamente soportable a sus habitantes. Proliferan gasolineras, centros comerciales transnacionales (Wal-Mart, Costco, Sam's), carreteras de cuota, antenas para telefonía celular y las llamadas "tiendas de conveniencia" (Oxxo, 7-Eleven, Waldo's, Extra), que superexplotan a sus empleados, aniquilan el pequeño comercio establecido y ambulante, imponen la modificación de los patrones de consumo de la población, generan millones de toneladas de basura (plásticos, envases, baterías eléctricas, papel y residuos orgánicos) arrojada sin miramientos en terrenos inadecuados y a cielo abierto (barrancas, ríos, lagunas, lotes baldíos), envenenando más el agua, la tierra y el aire. En Alpuyeca, Morelos y en Tlalnepantla, estado de México, existen dos basureros cuya operación, en los últimos 30 años, ha matado de cáncer a decenas de pobladores y enfermado a muchos más.
La crisis ambiental y social de la ciudad de México y la "corona de ciudades, municipios y pueblos" que la rodean es un espejo de la crisis en la relación entre campo y ciudad. Si ya era desventajosa para el campo, tras 25 años de neoliberalismo es casi catastrófica para campo y ciudad. Para "solucionar" la crisis, al gobierno y los empresarios nacionales y transnacionales no se les ocurre sino privatizarlo todo y convertir las áreas rurales que circundan las ciudades en gigantescos basureros, confinamientos químicos peligrosos o incineradores que rebasan el entendimiento ambiental de las autoridades locales y niegan toda oportunidad de que la gente opine o decida su propia vida.
La agresión que supone privatizar el agua es parte de un ataque general contra toda la población porque su control privado posibilita acaparar todos los recursos naturales y producidos. Desde esta óptica, la reproducción de la comunidad rural se considera un estorbo.
Uno a uno, los elementos privatizadores se entretejen y expresan en los cambios a leyes, normas, reglamentos y procedimientos, en las contrarreformas agraria de 1992 e indígena de 2001, las leyes forestal, minera, de aguas nacionales, de bioseguridad, y otras. En programas y planes de un falso combate a la pobreza (Oportunidades), de control de los productores agrícolas (Procampo), de pago por servicios ambientales, de ordenamiento "ecológico" del territorio o la certificación de tierras (Procede y Procecom). En la reorganización neoliberal de instituciones de gobierno, del nivel federal (la Comisión Nacional del Agua), al municipal, con los organismos operadores de agua potable y saneamiento. En un alarmante deterioro de la calidad de vida, la sustentabilidad ecológica, económica, social y política de las regiones. Peor aún, en la criminalización de todas las luchas que se oponen a la corrupción generalizada de autoridades y partidos políticos en abierta u oculta complicidad con narcotraficantes, jerarcas de la iglesia y empresarios. Se trata de perseguir, golpear, amenazar, encarcelar y asesinar a quienes deciden defender su derecho al lugar en que viven.
Por todo el país surgen movimientos populares que enfrentan la voracidad empresarial, la corrupción gubernamental y la desinformación ciudadana. Como la embestida del capital tiene cohesión, la resistencia social debe ser integral. Es indispensable construir información crítica de los aspectos de regresión legal y erosión económica, social, política y cultural provocados por los planes privatizadores, el intercambio de variadas experiencias organizativas contra esta expropiación, y la construcción de alternativas colectivas autogestionarias y democráticas: de ellas dependerá nuestra vida. Nuestras luchas deben considerar todas las escalas (local, regional, nacional e internacional), todas las dimensiones (jurídica, económica, política, cultural y ambiental), todos los grupos (indígenas, campesinos, obreros, ciudadanos, consumidores) y todos los ámbitos de la agresión privatizadora (agua, tierra, aire, biodiversidad, maíz, saberes y conocimientos), para mejor defender a comunidades y pueblos, la autonomía, la naturaleza, el territorio y la vida. Es vital articular las luchas del campo y la ciudad, como ocurre dignamente en Oaxaca y muchos otros lugares de México.
Octavio Rosas Landa, miembro del Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular (Casifop).
Tomado de la Jornada, Ojarasca 116 diciembre 2006