07 noviembre, 2006

Oaxaca es una inspiración: Rebeldía revolucionaria que no aparece en los diccionarios burgueses

Oaxaca: la multiplicación de las rebeldías

A estas horas la trama nauseabunda del capitalismo consistente en hurtar, asesinar, humillar y devastar seres humanos, naturaleza, cosmos… se topó con una gama de rebeldías cargada con pensares y sentires correctos bien dispuestos a frenar la inmundicia burguesa. Oaxaca es una bandera nuestra, fuerte y magnífica. Esta vez la fortaleza de los cauces rebeldes es futuro certero. Existe en esta rebeldía un contenido, una sustancia, una potencia ancestral renovada, no frágil y si profunda: La lucha de clases. Nada menos.
No caeremos en la trampa de justificar la existencia del territorio de la rebeldía en plano exclusivamente “mental”… como “cosa de la imaginación”, como alteración del “estado de ánimo” o cualquier otra desviación cursi acostumbrada por algunos burgueses domadores de personas llamados psicólogos, psicoanalistas… El territorio de la rebeldía es todo aquello más todo esto: lo concreto, cotidiano, objetivo e inmediato llamado realidad. Y más.
La rebeldía revolucionaria de la APPO no es “berrinche”, no es “pataleta”, no es desplante o pose. No se trata de un accidente del ánimo producido por alguna contrariedad en los intereses de una secta. No es una moda que tiende a superarse conforme trascurra el tiempo, poco o mucho. No se trata de un “tic” propio de gente “resentida” como dicen algunas señoritas secretarias de estado vendedoras nupciales de nalgas inmaculadas y sus novios funcionarios “buen partido”. No se trata de un destello de locura ni de un relámpago que surca con cierta “violencia” el espació anímico, propio y ajeno, para diluirse incluso como catarsis o como orgasmo. Tampoco se trata de una manía insolente propia de personalidades intolerantes, neuróticos, viejos ideáticos, solteronas amargadas, divorciados infelices, enfermos crónicos o pacientes terminales. No. Esta rebeldía, protagónica en la historia que define al México actual, es una fuerza… inmensa, incalculable, contradictoria y necesaria. Revolucionaria y poética, pues. La vida misma.
Todos los oligarcas que sueñan con empantanar la lucha de la APPO entre balas y con babas eruditas o deyecciones silogísticas, e impregnar con objeciones y prejuicios “lógicos” la magnificencia de su rebeldía, deben saber juzgados bajo las leyes de la lucha popular que viene fraguando otra justicia al calor de la justicia social rebelde. Y aquí no hay salidas de emergencia.
Nadie puede ser tan soberanamente imbécil para suponer que la rebeldía oaxaqueña es un “acontecimiento aislado”. No se puede ser tan redomadamente tarado como para suponer que será posible atomizar la lucha oaxaqueña con tácticas banales de militares o policías pedantes ayudados por periodistas domesticados a la usanza de muchos “filósofos” mediocres que se agarran a veinte uñas de los guevos de algún santón poderoso, con erudición enciclopédica, para tirarse un pedito conceptual que, en la intimidad, sus amistades aplaudirán con títulos, diplomas, becas y cargos públicos. Esos “políticos” con fraude electrónico o sin él ya pueden irse a la mierda. De paso.
Es imposible pensar la rebeldía revolucionaria de Oaxaca, sentirla y elogiarla, si se vive complacido con la vida ordinaria, su mediocridad, sus estereotipos, su “cultura”, “buenas costumbres” y tradiciones. No se puede entender la rebeldía oaxaqueña, que se definirá tarde o temprano como revolución socialista, si se tiene bien adiestrada una vocación acomodaticia, convenenciera, mercenaria, dócil… que ve el mundo como un “escaparate de oportunidades” donde triunfa el más fuerte, el “mejor educado”, el que tiene más suerte… el que “sabe aprovechar las oportunidades que la vida le da”. No se puede entender la rebeldía oaxaqueña, y en general nada, si se es tan escandalosamente imbécil como para vivir cómodamente, incluso feliz, con el arsenal horroroso de estereotipos inventados para las “relaciones humanas”, la diplomacia, la convivencia entre hermanos, países, sociedades. ¡Qué hermoso! ¿No? Oaxaca debe vivirse, hoy por hoy, en clave de revolución, de mundo nuevo, de nacimiento revolucionario. De algo no visto antes más que en borrador, en intento, nada despreciable. Como los soviets.
No es la de Oaxaca la rebeldía burguesa, la de los personajes hollywoodenses ideados para alentar la confusión. No es la rebeldía Oaxaqueña esa que narran en CNN, BBC, NBC… y su red mundial de parásitos, que comercializa el ano, entre muecas de violencia mass media, para derrotarnos con las crueldades más atroces de la propiedad privada. En todas sus variedades. No es la “rebeldía” melodramática referida por los payasos politiqueros que pregonan los clichés de la moral mercantil, la cursilería más maniquea y el triunfo del bien burgués. Sobre todas las cosas. No es la “rebeldía” descrita por los mediocres, los santones y sus curas. No es la “rebeldía” de los asustados, ni la de los enterados. No es la “rebeldía de los diccionarios, ni la de los tratados oficiales de sociología complaciente. No es la rebeldía descrita en los manuales psiquiátricos… nada que ver. Se trata de una rebeldía con otro sabor, nueva, fresca, matinal y emocionante. Una rebeldía floreciente, multifacética, diversa y portentosa. Es una rebeldía meticulosa y fértil, comprensiva y comprometida una rebeldía rebelde a los estereotipos, una rebeldía revolucionaria, en revolución permanente. Una rebeldía como la gente. Nadie se equivoque.

Fernando Buen Abad Domínguez
Barrio del Carmen/Fundación Federico Engels

Oaxaca, soledad en llamas

El conjunto de organizaciones políticas y sindicales institucionales, pese a sus diferencias entre sí, en la hora de la prueba están dejando a Oaxaca en la soledad. Nada de las grandes manifestaciones que salieron a detener la guerra contra el zapatismo en 1994, ni siquiera de las que se alzaron contra la masacre de Acteal. La rutina electoral, es decir, la lógica de las instituciones existentes, así sea para vituperarlas de labios para afuera, los ha ganado a todos. Declaraciones hay, protestas también, pero de movilizar fuerzas como pudieron hacer muy poco ha en la disputa electoral, nada.
El PRD está absorbido por la disputa parlamentaria. En el Congreso pidió desaparición de poderes y juicio político. Si no se pudo, ni modo, ya salvamos nuestro honor y nos vamos de puente. Los gobernadores elegidos por el PRD, todos, incluido el del Distrito Federal, firmaron en la Conago junto a Ulises Ruiz. La CND, motivo de tantas ilusiones y encandilamientos, ha demostrado su inexistencia a todos los efectos prácticos, salvo la recolección de votos y la disputa por ellos.
El viejo pacto entre el PAN y el PRI, movilizado ahora en defensa de Ulises Ruiz y contra el pueblo oaxaqueño, ya lleva 15 muertos en Oaxaca para sostener a un gobernador repudiado y oponerse a un legítimo movimiento social del pueblo oaxaqueño. Ahora han metido a la PFP y a elementos militares disfrazados de PFP, una muestra más de su impotencia y descrédito para alcanzar soluciones políticas, como en cambio solían lograrlo en el pasado.
El pacto PRI-PAN no es una novedad. Viene desde la fundación del PAN en 1939, como heredero legal del sinarquismo y voz política de la jerarquía eclesiástica y de los conservadores mexicanos. Nunca dejó de funcionar en los momentos cruciales: en la represión a la huelga ferrocarrilera de 1959, el movimiento estudiantil popular de 1968, la guerra sucia de los años 70, la reestructuración neoliberal desde 1982, el fraude de 1988 (con su secuela de cientos de muertos del PRD y otros, porque la resistencia entonces no fue juego), la quema de las actas en 1991, la liquidación de los artículos 27 y 130 constitucionales, la firma del TLCAN, la represión en Chiapas desde 1994, la ruptura de los acuerdos de San Andrés y el voto contra la ley Cocopa, el Fobaproa, el pacto de bufones donde 360 diputados de ambos partidos votaron unidos el imposible desafuero de López Obrador, la negativa a que se verificara el resultado electoral de 2006 en un nuevo conteo de los votos. La lista es interminable y no registra fallas importantes.
Hoy el PRD con sus dos máscaras, la institucional llamada Frente Amplio Progresista y la parainstitucional llamada Convención Nacional Democrática, no quiere ni puede movilizar, en defensa de Oaxaca y contra la represión del gobierno federal, a las fuerzas populares que apenas en septiembre reunió en el Zócalo contra el fraude electoral. Por fortuna La Jornada y varios otros medios (uno de ellos, Indymedia, ya pagó con la vida de uno de sus reporteros), así como incontables voces individuales, mantienen la información, la protesta y la indignación (¡salud, Blanche, siempre en el lugar!). Pero su tarea no es, no puede ser, organizar la movilización. Ella corresponde a quienes tuvieron en julio 15 millones de votos y cuentan, como entonces se vio, con el aparato adecuado. Pero por este lado, nada. Repiten con Oaxaca lo mismo que hicieron con la represión sobre Atenco, que ya anunciaba cuáles serían los métodos en adelante.
La carta de Andrés Manuel López Obrador, publicada el domingo 29 de octubre en La Jornada, no es aceptable. Se limita a denunciar la acción policial, el pacto entre el PAN y el PRI y el gobierno "siniestro y represor" de Ulises Ruiz. Declara que la renuncia de éste es la única solución posible y recuerda que en la elección de julio pasado la mayoría de los oaxaqueños votó por su candidatura. Es todo.
La secuela de estas constataciones puede suponerse que sería llamar a una gran movilización en el Distrito Federal y en otros lugares de la República en defensa del movimiento oaxaqueño, contra los asesinatos de los paramilitares de Ulises Ruiz y contra la represión del gobierno federal. Un llamado así, viniendo de quien tuvo 15 millones de votos, llenaría a desbordar el Zócalo y otras muchas plazas de la República. Una mera denuncia tardía y nada más, como es el contenido de aquella carta, no sirve para nada.
Cuando escribo estas líneas, Oaxaca está siendo ocupada por las fuerzas federales que el gobierno del PAN ha lanzado en defensa de un gobernador asesino del PRI. Hoy hay dos muertos más. No pido a los dirigentes de la CND que movilicen sus fuerzas en las plazas y los centros de trabajo y estudio de la República, primero porque no lo harán, segundo porque tampoco disponen de ellas. Tampoco lo pido al jefe de la oposición, Andrés Manuel López Obrador, porque su carta dice que tampoco tiene intención de hacerlo.
Ante la indignación y el pasmo del pueblo mexicano, que contempla atónito como una vez más las fuerzas represivas del gobierno federal atacan a un movimiento popular masivo y legítimo y tratan de acorralarlo y empujarlo a los extremos y a los desmanes; y ante la protesta, las denuncias y las movilizaciones de organizaciones populares, de derechos humanos y otras, que hoy por hoy no disponen de fuerzas mayores, el silencio y la pasividad de las grandes organizaciones deja a Oaxaca librada a sus propias fuerzas, a su coraje, a su capacidad de maniobra y a su propio y antiguo entramado organizativo.
Como en el verso inolvidable del poeta de Muerte sin fin, Oaxaca es hoy la "soledad en llamas". El pueblo-pueblo de Oaxaca podrá salir de esta prueba golpeado, pero posiblemente más organizado. Los recolectores de votos, por su parte, ya tendrán ocasión de recordar otros versos: "Arrieros somos y en el camino andamos / y cada quien tendrá su merecido".

Adolfo Gilly (La Jornada)

Oaxaca contrainsurgente

Lo que comenzó en Oaxaca como un problema gremial protagonizado por la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en mayo pasado, se transformó luego en un problema político que el gobierno de Vicente Fox derivó en un asunto de seguridad nacional. De manera somera, la génesis del conflicto es fácilmente identificable: ante la respuesta represiva del gobierno local encabezado por Ulises Ruiz contra el plantón de los maestros en huelga (14 de junio), con saldo de 92 heridos, y la acumulación de agravios, surgió un amplio movimiento social representado por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (21 de junio). La emergencia de la APPO prendió focos rojos en el bloque dominante, que vio desafiada su hegemonía e intereses.
Pese a sus contradicciones y matices, la alianza de los gobiernos de Oaxaca y federal, en el plano político, se expresó en un desaseado amasiato entre los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional. Y a nivel represivo exhibe dos características principales. Por un lado, el gobernador Ruiz recurrió a la acción coercitiva y violenta del aparato de seguridad del Estado, y cuando éste fue desbordado por la férrea resistencia civil pacífica de los integrantes del magisterio y de la APPO, puso en práctica una acción paralela, clandestina, estatal, vía la paramilitarización del conflicto.
El uso de sicarios y escuadrones de la muerte por parte del Estado -con elementos que sufren una suerte de desdoblamiento funcional, cumpliendo tareas policiales durante su jornada laboral, y aprovechan la nocturnidad para convertirse en patota que sale a matar brigadistas en las barricadas- se aparta de toda legalidad formal e incorpora elementos propios de la guerra sucia que, a su vez, la asimilan al terrorismo de Estado. Una de las características del Estado terrorista es el ocultamiento de su accionar. Por ello, grupos operativos (como los que asesinaron a varios maestros oaxaqueños y al camarógrafo estadounidense Bradley Roland Hill, de Indymedia) no se identifican, sus brazos ejecutores visten de civil, las autoridades niegan su acción o procedimiento y buscan ocultarlos o legitiman la muerte de opositores criminalizando a las víctimas al presentarlas como "violentas" o "subversivas", que forman parte de una "guerrilla urbana".
Por otro, al intervenir en el conflicto, el gobierno de Vicente Fox -en consulta con su impuesto sucesor, Felipe Calderón-, optó por una salida militar de tipo contrainsurgente. No otra cosa fue el desembarco de helicópteros, tanquetas antidisturbios y cuerpos de elite de la Marina de Guerra en Huatulco y Salina Cruz, el 30 de septiembre, así como el sobrevuelo de aviones y helicópteros del Ejército, la Armada y la Policía Federal Preventiva (PFP) sobre la capital oaxaqueña, entre ellos una nave espía Schweizer dotada de alta tecnología (sistemas de grabación, rayos infrarrojos y visión nocturna).
No se trató, entonces, de una simple "acción militar disuasiva", que intentaba enviar a la APPO y a la sección 22 un mensaje inequívoco: rendición en la mesa de negociaciones o intervención, según manejaron "expertos" en asuntos de seguridad. Tampoco, dado el volumen de la tropa y el sofisticado equipo castrense, se movilizó a esos elementos para ejecutar una operación tipo "quirúrgico". El plan era otro. Pero los distintos cuerpos de inteligencia (Ejército, Marina, Cisen) alertaron a las autoridades nacionales que Oaxaca no era Atenco. La rebelión popular en ascenso dibujaba un escenario posible con muchos muertos, en un país polarizado políticamente, lo que abría la posibilidad de que se desencadenara un efecto gelatina, que derivara, a su vez, en un eventual estallido insurreccional. Eso hizo abortar el operativo.
No obstante, el 28 de octubre, arrinconado por las circunstancias y cediendo a las presiones de Calderón y los poderes fácticos, el presidente Fox decidió que los representantes gubernamentales abandonaran de manera unilateral la mesa de diálogo en la Secretaría de Gobernación y, tras desoír la propuesta de una tregua de 100 días sugerida por Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz, la organización civil que encabeza el obispo emérito Samuel Ruiz), ordenó una operación de desalojo en la capital oaxaqueña, de tipo limitado.
Si bien es cierto que durante la recuperación de lugares estratégicos en la ciudad de Oaxaca (29 de octubre) y en el curso de la batalla campal que se produjo en el intento de copamiento de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (2 de noviembre) hubo muertos y heridos, la policía militarizada (PFP) y los cuerpos especiales, de inteligencia y táctica, del Ejército y la Armada que participaron en las escaramuzas no tenían orden de tirar a matar y/o aniquilar al adversario.
Con su torpe decisión, Fox dio un virtual apoyo al gobernador Ruiz y sus aliados del PRI, y de paso identificó a la resistencia civil pacífica, protagonizada por amplios sectores sociales oaxaqueños, como el "enemigo interno" a vencer. A partir del accionar represivo instrumentado por los gobiernos federal y estatal, Oaxaca, como antes Chiapas, conforma hoy un Estado militarizado de tipo contrainsurgente. Reina allí un estado de excepción, estructurado sobre una base pública, a la vez clandestina y terrorista, que busca, mediante el ejercicio de la violencia institucional (de poder-fuerza), la desarticulación del movimiento social y una aceptación ciudadana y un consenso forzados, afines a "la ley y el orden" formales del bloque de poder dominante.
Con una agravante: la humillación sufrida por la PFP y otras fuerzas coadyuvantes en la fallida toma de Ciudad Universitaria podría alentar una venganza. Según los códigos de "la sociedad del honor" que rige aún en el arcaico sistema político mexicano, una nueva acción de escarmiento ubicaría al país en el peor de los escenarios posibles y abriría el camino hacia un proceso de fascistización del Estado.

Carlos Fazio (tomado de La Jornada 6-XI-06)

Fuera máscaras

Con la ayuda de clases políticas irresponsables, la insurrección popular oaxaqueña se está viendo obligada a confesar antes de tiempo su identidad.

Funcionarios y burócratas, lo mismo que partidos y analistas, vieron la insurrección como simple revuelta. Lo era, en cierta forma. Algunos grupos seguían la tradición de estallidos populares que se producen ante un opresor que se vuelve insoportable o ante una medida que opera como gota que derrama el vaso.

Se percibió también como rebelión, porque se levantaban los indóciles, los insumisos, los que resisten con obstinación a los opresores, afirmados en su dignidad. Por miles, por millones, la gente se rebeló. ¡Ya basta!, se dijeron los rebeldes que aparecieron de pronto por todas partes.

Pero esta insurrección no es mera revuelta ni se reduce a rebelión. Las revueltas tienen ímpetu volcánico avasallador. Si no son arrasadas en germen nada puede detenerlas. Pero son efímeras. Se apagan con la misma rapidez con que surgieron. Dejan huellas duraderas, como la roca volcánica. Pero se desvanecen. Y ésta no.

Esta no se apaga, en parte, por el ímpetu rebelde. Ulises Ruiz encarnó la fuente del descontento y exhibió los peores rasgos del sistema opresor, pero sólo fue el detonador que aglutinó y encendió el descontento disperso. Esta rebeldía pasa necesariamente por su salida, pero empleará su cadáver político como abono de un empeño transformador duradero. Quitará del camino desechos como éste, herencia de un pasado que está quedando atrás, para dedicarse a construir, pacífica y democráticamente, una nueva sociedad.

Es un movimiento social que viene de lejos, de tradiciones muy oaxaqueñas de lucha social, pero es estrictamente contemporáneo en su naturaleza y perspectivas y en su apertura al mundo. Debe su radicalidad a su condición natural: está a ras de tierra, cerca de las raíces. Adquirió tinte insurreccional tras intentar todas las vías legales e institucionales y encontrar azolvados los cauces políticos que recorría. Pero no baila al son que le tocan. Compone su propia música. Inventa los caminos cuando no hay acotamientos.

La batalla campal del 2 de noviembre es ejemplo magnífico y trágico del proceso. Fue la más amplia y feroz de las confrontaciones entre policías y civiles de la historia del país, quizá la única con un triunfo popular indiscutible. Fue enteramente desigual. Había cinco o siete personas -incluso niños- por cada uno de los policías, pero mientras éstos contaban con escudos, toletes, armas de alto poder, tanquetas y helicópteros, aquéllos sólo tenían palos, piedras, resorteras, algunas bombas molotov.

La batalla se produjo cuando el Presidente acababa de anunciar que la paz y la tranquilidad habían regresado a Oaxaca; cuando la Secretaría de Gobernación reportaba que no había novedad en el frente y todo estaba en calma; cuando el gobernador denunciaba que el conflicto se reducía a un pequeño grupo de extranjeros y a una calle de 570 municipios y anunciaba que estaba a punto de arreglarse; cuando los medios ordenaban a sus camarógrafos que regresaran a la ciudad de México, pues su tarea de engañar con imágenes había terminado.

Los poderes constituidos y las clases pudientes, en Oaxaca y en la ciudad de México, condenaron continuamente a la APPO en nombre del estado de derecho, el orden, la seguridad pública, los derechos humanos, las instituciones. Todos esos elementos se emplearon como justificación para enviar las fuerzas públicas.

Las autoridades estarían dando sin darse cuenta una clase de civismo revolucionario. Con la agencia, complicidad o anuencia de la Policía Federal Preventiva se practica una grosera y masiva violación de los derechos humanos. Proliferan cateos y detenciones sin orden judicial mientras se multiplican muertos, heridos y desaparecidos. Sólo tienen libertad de tránsito grupos de choque priístas o sicarios a sueldo del gobierno del Estado. El ejército y la policía cierran el paso a quienes pretenden acercarse a la ciudad de Oaxaca, particularmente los que acuden a apoyar a la APPO. La Policía Federal de Caminos patrulla la ciudad y transporta tropas. Cunden el desorden y la inseguridad.

Lo más sorprendente es la capacidad de autocontrol del movimiento: el tapete humano ante las tanquetas, estilo Tiananmen; flores a los policías; repliegue ordenado ante su avance; hombres y mujeres tratando de contener a jóvenes que estallan de indignación. Se evita así un inmenso baño de sangre.

Los rebeldes se preparan ahora a dar cauce ordenado a su movimiento, para evitar que se salga de madre y estalle en forma violenta o dispersa o se desgaste inútilmente. Hay manías ideológicas en la construcción de ese cauce. Presionan también quienes desde adentro tratan de implantar otras agendas. Si el recipiente toma formas inadecuadas, como las de un partido (así sea disimulado), el movimiento lo desbordará, como hará con todas las vías legales e institucionales si las clases políticas las siguen cerrando. Paso a paso, por lo pronto, todas las máscaras van cayendo.

Gustavo Esteva (Tomado de La Jornada 6-XI-06)

Carta de Gloria Arenas y presas de Santiaguito al pueblo de Oaxaca

Estado de México a 1 de noviembre, 2006

AL PUEBLO HUMILDE Y DIGNO DE OAXACA

Es decir a:

Los integrantes de la APPO

Los pueblos indios de Oaxaca

Las maestras y maestros de la Sección 22

La Otra Campaña en Oaxaca

Todo hombre que no pertenece a ninguna organización pero que está ahí luchando

Todas y todos los presos políticos

Oaxaca de abajo y a la izquierda, es un honor dirigirnos a ustedes.

No podemos salir de la prisión y estar allá con ustedes que es donde quisiéramos estar en estos momentos. Por eso hacemos salir nuestra palabra, para decirles que nuestros corazones sí están allá con ustedes; que cada compañera o compañero torturado, encarcelado o asesinado nos duele y nos indigna.

El dolor, la dignidad y la rebeldía de ustedes suenan fuerte, no sólo en Oaxaca, también en el país y fuera de él. Aquí, detrás de los muros y las rejas escuchamos y hacemos nuestra su lucha.

Como parte del México de abajo y a la izquierda les decimos GRACIAS compañeras y compañeros por las grandes enseñanzas, por su ejemplo, no importa de qué organización sean o si no son de ninguna.

¿Qué hemos aprendido de ustedes? ¿Qué le dice su ejemplo a México? DIGNIDAD, REBELDÍA, AUTO-ORGANIZACIÓN, AUTONOMÍA; que hay que andar muchos pasos para vivirlas.

Nos han enseñado la DECISIÓN de luchar, a tener ánimo, a VENCER EL MIEDO cuando el Estado nos quiere paralizar con el terror.

Cuando aquí, en el Estado de México nos dolía e indignaba el ataque criminal de los gobiernos municipal, estatal y federal contra Atenco; cuando ocupaciones y bloqueos fueron criminalizados y en coro los de arriba festinaban la mano dura y la represión contra el movimiento social, Oaxaca nos enseña que cuando es todo un pueblo el que se levanta, nada puede detenerlo.

Nos han enseñado a UNIR todas las luchas. Un estado con un movimiento social dividido en varias organizaciones, con diversas luchas diseminadas por todo su territorio y separadas no sólo por la geografía, también por sus diferentes demandas, nos ha enseñado que las diferencias entre organizaciones de izquierda puede ser rebasada por un pueblo que se UNE y descubre su fuerza.

Ustedes nos han enseñado un camino que nace de las entrañas del México de abajo, un camino que ahora asoma en Oaxaca como un aviso que nos dice que antes de lo esperado habrá de crecer y abarcar no sólo un estado, ni dos, ni tres, sino al país; el camino de la INSURRECCIÓN POPULAR CIVIL Y PACÍFICA.

Cuando las policías municipal y estatal ya no pudieron actuar en la capital, cuando el gobernador ya no pudo despachar en ninguna parte del estado, cuando fue declarado persona non grata en su tierra natal, cuando ninguno de los quinientos municipios lo cobijó la noche del quince de septiembre, cuando las oficinas de gobierno y los medios de comunicación fueron ocupados por el movimiento, cuando en algunos municipios fueron tomados los palacios y las comandancias policíacas; quedó claro que el movimiento había tomado la magnitud de un estado en rebeldía, no los de arriba de ese estado, sino su pueblo que se rebelaba sin caer en la provocación y la violencia (la que venía, esa sí, de arriba y que finalmente llegó en uniforme de PFP y de policía militar).

Aprendieron y nos enseñaron OTRA FORMA DE HACER POLÍTICA. Esta No vino de la Oaxaca políticamente dividida, sino de la que vive en lo profundo de sus pueblos originarios. La política de abajo y desde abajo, la que no mira hacia arriba, a ningún partido ni candidato (aunque el PRD está queriendo montarse en este movimiento).

La política de abajo que no depende de ningún líder o salvador, que cuando las posturas de algunos dirigentes no iban con la del movimiento, fueron rotundamente rechazadas, obligándolos a MANDAR OBEDECIENDO.

La forma de hacer política desde abajo que demuestra que las vanguardias ni falta que hacen. La política de abajo que ejerce el AUTOGOBIERNO Y LA DEMOCRACIA DIRECTA.

En diversos puntos de México nace y se fortalece la AUTONOMÍA. Oaxaca también nos enseña el AUTOGOBIERNO, no lo suficiente fuerte y extenso para lograr un estado autónomo, pero sí manifestaciones claras de un camino que sí es posible: el de los municipios autónomos (no sólo los que así se declararon al calor de este movimiento, también los que han venido resistiendo y luchando desde hace varios años) y el del cuerpo de topiles que ofrece una alternativa autónoma a las policías corruptas y represivas de los gobiernos municipales y estatal.

El cuerpo de topiles y las guardias móviles evitaron asaltos y desmanes, dieron orden y seguridad a la ciudad tomada por sus habitantes durante cinco meses, contrastando con la PFP que en su primer día de estar en el zócalo lo llenó de excremento y orina.

Ustedes nos han enseñado que un pueblo tiene la CAPACIDAD DE DECIR NO, y que puede ejercerla; decir no a lo que viene de arriba y nos daña, impedir, de hecho, que nos lo impongan; como fue decirle fuera a Ulises Ruiz y en hechos no permitirle la entrada al estado, menos que pudiera gobernar; como fue decir no a las policías municipal y estatal en la ciudad, y en hechos, ya no pudo actuar; como fue decir no a la división del movimiento cuando gobernación emplazó y puso un ultimátum a los maestros y la base no se dividió.

Nos enseñaron la importancia de que el movimiento social construya SU PROPIA VOZ, SU PROPIO PENSAMIENTO, SU PROPIA OPINIÓN. Ustedes no se conformaron con decir que la TV estatal y las radios comerciales mentían, pusieron su propia radio en el plantón. Desde un inicio Ulises Ruiz vio el peligro para su dominio, vio que ahí estaba la columna vertebral del movimiento y mandó a su policía a destruir Radio Plantón.

Ustedes no dejaron el terreno de la PALABRA en manos de los de arriba y tomaron Radio Universidad y varias radiodifusoras comerciales y el canal 9 de televisión. Entonces temblaron en la Oaxaca de arriba, y temblaron en los pinos, y en Gobernación, en la casa de transición y en el ejército.

Algo los había rebasado que les impedía dominar el pensamiento y el corazón del pueblo de Oaxaca. Ahora era ese pueblo quien difundía su propia voz y creaba la OPINIÓN de los de abajo. La voz y el pensamiento de los de abajo llegaban así no sólo a un sector o grupo, llegó a todos los habitantes de la capital y del estado.

LA MUJER OAXAQUEÑA ROMPIÓ TODOS LOS ESQUEMAS y nos enseñó la fuerza de las mujeres. Ellas estuvieron en el plantón, en las ocupaciones, en las barricadas, pero donde de plano rompieron varios mitos que sojuzgan a la mujer fue en aquella espectacular toma del canal 9 de televisión y ellas, por sí mismas, empezaron a transmitir. Demostraron que la mujer tiene capacidad técnica, capacidad de decisión, capacidad intelectual y valentía.

Cuando ustedes las mujeres gritaron "nos quitaremos el mandil y tomaremos el fusil" lo que efectivamente hacían es quitarse el estereotipo que las manda a la cocina; y no tomaron el fusil sino algo mejor... su propio destino. ¿Quién puede decir ahora en la Oaxaca de abajo que la mujer "no puede", que la mujer "a cocinar y lavar trastes", que la mujer "al hogar"?

Ustedes nos enseñaron la AUTODEFENSA POPULAR, la que no significa utilizar las armas, la que no ataca sino que protege y defiende, la que dejó las barricadas evitando el enfrentamiento con la PFP, pero no huyó, sino que las volvió a colocar, la autodefensa no permitió el allanamiento de la Universidad, la autodefensa que sí utiliza piedras y artefactos caseros, pero sobre todo ORGANIZACIÓN, las guardias móviles que recorrían la ciudad y avisaba, a través de las radios tomadas, cualquier movimiento agresivo de los grupos de choque a la población, y ésta salía de sus casas y acudía a defender las antenas, las radios, las barricadas. Nos enseñaron que lo principal de la autodefensa recae en la organización, la comunicación y la disposición popular a responder. Así como en la capacidad de replegarse y protegerse cuando es necesario.

La Otra Campaña ha venido desnudando la crisis de la clase política, ahí estamos quienes nos negamos a aceptar el papel de simples espectadores, a quienes sólo se les permite votar cada seis años y guardar silencio si hay fraude. El movimiento de Oaxaca también dejó claro el cochinero que se llama clase política. Los muertos por los sicarios de Ulises Ruiz, los detenidos y torturados en Oaxaca, no fueron de ningún interés para los partidos.

Ellos hicieron sus cálculos políticos y decidieron que la solución al conflicto en Oaxaca podía esperar, podían perderse más vidas mientras ellos se dedicaban a repartirse las comisiones en la cámara de diputados. Ahora que el primero de diciembre se aproxima, el PRD hace un nuevo cálculo político, hay que montarse en el movimiento de Oaxaca para conseguir apoyo a la CND. Claro, eso no le impide al gobierno de la Ciudad de México lanzar los granaderos contra las movilizaciones de la Otra en apoyo a la APPO. ¡Se lo merecen por no apoyar a López Obrador!

La ecuación política del PRI es simple, si cae Ulises Ruiz, el siguiente es el Góber Precioso y otros gobernadores priístas. Así que todos a apoyar a Ulises Ruiz, pase lo que pase. Aunque la PFP tenga que permanecer en Oaxaca cinco años, aunque tengan que llenar las cárceles de presos políticos.

El cálculo del PAN es similar, pero proyectando el nivel estatal al federal. Si cae Ulises Ruiz, quien lleva apenas un año de gobierno gracias a un fraude electoral, ¿cuántos años de gobierno le pueden esperar a Felipe Calderón? Así que los senadores del PRI y PAN prefirieron dictaminar que aunque Ulises Ruiz no gobierna Oaxaca, no habría desaparición de poderes.

Está también el otro cálculo político del PRI y el PAN, si dejas que Ulises Ruiz caiga, dice el primero al segundo, nosotros le hacemos el desaire público a Calderón de no asistir a su toma de posición. Amenaza que no están dispuestos a cumplir pero que Calderón, que se sabe ilegítimo, teme.

Entonces Fox hizo una promesa, tal vez la única que cumplió en su sexenio: resolver el conflicto de Oaxaca como "resolvió" el de Chiapas y el de Atenco. Y lo hizo en 15 minutos: El CISEN está siguiendo cada paso del movimiento social, no sólo Oaxaqueño, sino de todo el país. Se puso en marcha el plan DN-II, o sea el plan contrainsurgente de la SEDENA, para el cual el movimiento social civil y pacífico es guerrilla y por tanto el enemigo a vencer. Y claro, mandó la PFP a Oaxaca a imponer el "Estado de Derecho", el resultado.

Todo presente tiene una historia y la de Oaxaca es larga. Gracias compañeras y compañeros por estas grandes enseñanzas.

Podrá decirse que no es un movimiento perfecto, que hay errores y eso puede ser cierto, pero incuestionablemente se trata de un movimiento popular que rebasó el ámbito estatal y ha puesto en jaque al gobierno federal y a toda la clase política.

Pase lo que pase a partir de ahora, el verdadero resultado del movimiento oaxaqueño se verá en unos años más, y no sólo en Oaxaca. Es una semilla sembrada ya en tierra fértil.

No nos quedamos con el terror que con sangre y tortura nos quisieron imponer, no nos quedamos con el silencio que con prisión nos quisieron imponer. Nos quedamos con las grandes enseñanzas de ustedes.

Esa es la mejor forma de apoyarlas y apoyarlos que está a nuestro alcance.

Nuestro corazón, ojos y oídos en Oaxaca.

Gloria Arenas Agis

Reclusorio de Santa María Chiconautla Ecatepec

Mariana Selvas Gómez

Norma Jiménez Osorio

Suelen Cuevas Jaramillo

Edith Rosales Gutiérrez

Magdalena García Durán

Maria Luisa López Morán

Patricia Romero Hernández

Reclusorio de Santiaguito, Almoloya de Juárez