(En el otro calendario: Abril en Julio)
Éste cuento será narrado con efectos especiales por el Colectivo “Para todos todo, para nosotros galletas”, que está formado por la Katy, el Giovanni, el Marcelo, el Carlitos, el Pablo y yo, o sea el Sup.
Las historias, cuentos y leyendas de los zapatistas, las zapatistas, apuntan a un mañana que tiene sus raíces plantadas en el ayer y asoman sus primeras luces en el hoy que nos desvela. Tal vez por eso tenemos como cambiados el tiempo y el calendario, y hablamos de hechos ocurridos hace siglos como si hubieran sucedido ayer o, más mejor, como si todavía fueran a acontecer, y de lugares lejanos como si estuvieran aquí nomás, a la vuelta del cerro. Por eso es que nuestros cuentos no empiezan con el tradicional “Había una vez…”, sino que empiezan su camino de palabras con el “Habrá una vez…”
Queremos dedicar este cuento a las niñas y niños zapatistas de las escuelas autónomas, y a todas las niñas y niños de México y del Mundo, porque en este mes de abril se celebra el día de las niñas y los niños.
(Interrumpe una niña, la Katy, e inicia una discusión con el Sup: “Acaso es Abril, es Julio”. “Cómo crees, Julio es un compañero que nos apoya chofereando con la Comisión Sexta”. “No, Julio es un mes y estamos en el mes de Julio”. “No, estamos en el mes de Abril y es el mes de los niños y niñas”. “No, es el mes de Julio”. “Es Abril”, “Es Julio”, “Abril”, “Julio”. “Es Abril, si no para qué soy subcomandante”).
Bueno, después de esta pequeña discusión de calendario, estamos de acuerdo en que estamos en el mes abril y vamos a seguir con el cuento:
“Habrá una vez… una piedrecita, así muy chiquita. Así (el Sup hace una seña con la mano para indicar el tamaño). No crean que estoy haciendo una referencia gráfica al tamaño de mi medio de producción, circulación y consumo, sino que estoy hablando del tamaño de la piedrecita.
Bueno, pues esta piedrecita era una piedrita así rebelde, como muchas de las mujeres chicas, medianas y grandes que nos están escuchando o leyendo. Entonces digamos que eran una piedrecita que estaba inconforme, o sea que cada rato se estaba inconformando.
Por ejemplo, en ese día que habrá, estaba la piedrecita así recostada en el suelo, viendo nomás las nubes y los pájaros que están en el camino del sol, y las estrellas y sombras que visten a la luna.
Ahí está la piedrecita, acaso está pensando nada. Pero, de pronto… ¡zas!, que le llega la inconformación, que sea que empieza a rezongar y a murmurar que yo por qué llegó que soy piedrecita, viera que soy nube, manque sea chiquita, ónde quiera voy a pasear y me iba a ir hasta allá hasta donde vive la señora Corea del Sur, o la señora India, o la señora Tailandia, o la Indonesia ésa, que a saber ónde quedan sus casas de ésas señoras.
Pero viera que salí nubecita, pos bien que lo iba ver, pero no, salió que soy piedrecita y aquí nomás estoy y no estoy de acuerdo y ya lo pensé bien y estoy muy decidida que me voy a inconformar.
Y entonces la piedrecita pensó que tiene que se va a hacer bulla para que se sepa que está inconformada, porque si nomás se inconforma así, pues nadie se va a dar cuenta y toda la gente va a pasar y ni la va a ver o de repente va a pasar una señora con una su hija y nomás la va a mirar a la piedrecita y va a decir: “Ah mira hija, una piedrecita que está muy conforme de que llegó que es piedrecita, deberías aprender tú niña que andas con eso de que quieres irte con un zapatista pobre, que ni cargo ni sueldo tiene, en lugar de enamorarte con un panista o priísta o perredista, es lo mismo, que ésos sí ganan mucho dinero”
Entonces la piedrecita pensó que no sirve si no se sabe que está inconforme, entonces pensó de hacer un letrero que diga “Estoy inconformada”. Y pensó que también que le va poner muchos colores y tamaños a las letras de su pancarta. Y entonces dijo: “necesito muchos plumines de colores, y una regla para que no sale chueca la letra…, y una cartulina y unas tijeras, y un lápiz… ¡chin!, y también necesito aprender a leer y escribir porque sí sé cómo es el sentimiento de inconformarse, pero no sé cómo mero va la palabra “inconformidad”.
Y ahí está pensando la piedrecita cómo le va a hacer para mostrar su inconformidad. Y entonces tardó pensando y dijo “Mkela chin…, cuesta mucho trabajo inconformarse. Bueno, primero necesito unas manos y unos pies”.
Y entonces la piedrecita se concentró y empezó a pensar muy fuerte: “mano, mano, mano”, pero nada que le salían manos. Entonces le echó más ganas y empezó a pujar… mmj…mmj… y ¡zas!, que en lugar de una mano le salió un pedito… ¡prrrt! Bien rrroja que se puso la piedrecita porque se le salió, pero lo miró que nadie se dio cuenta así que tampoco le dio mucha pena, y siguió pujando… mmj…mmj… y cuando ya se estaba poniendo azul de tan morada, ¡zas!, le salió una manita por el lado izquierdo. Muy agotada quedó la piedrecita, pero le echó ganas y se concentró para que saliera la mano derecha. Y pujó y pujó, y después de que le salieron varios peditos, ¡zas!, la salió una patita también por el lado izquierdo. “¡Chin!”, pensó la piedrecita, “ora sí que me fue por abajo y a la izquierda”. Y siguió pujando para que salieran la mano y la pata derechas, pero ora que sí que ya parecía que tenía parásitos en la barriga porque puros peditos le salían. Muy desmayada estaba ya la piedrecita, y pensó que así está bueno, que con una mano y una pata izquierdas podía hacer muchas cosas para quedar cabal y poder inconformarse. Con trabajos se sentó la piedrecita y puso su manita izquierda así como que está pensando muy seria. Y llegó en su pensamiento que se tiene que aprender las letras para escribir “Inconformidad”, y los números… y la geografía, porque qué tal que, en lugar de llegar a Corea del Sur llegaba a Washington y, cuando estuviera echando su discurso: “Queridas compañeras piedrecitas de Corea del Sur, por mi voz habla la voz de las piedrecitas zapatistas…” ¡zas!, ahí nomás le iban a caer la Border Patrol, el FBI, la CIA y los marines y la iban a apresar y se iban a dar cuenta que era una piedrecita sin papeles, sin tierra… y sin mano ni pata derechas.
“Voy a buscar al señor Búho”, pensó la piedrecita, porque de por sí había oído que el búho sabe muchas cosas y tiene los ojos muy grandes y usa lentes porque mucho lee. Entonces ahí va la piedrecita, cojeando y agarrándose de donde puede, hasta que llega al árbol donde vive el búho. Ya ahí lo empieza a llamar al señor Búho: “pst, pst, señor Búho, pst, pst”. El señor Búho volteó a ver para todos lados y no vio más que una piedrecita con una mano y una pata izquierdas, así que no hizo caso. La piedrecita ora sí que se embraveció porque el señor Búho la estaba ignorando, y gritó: “Señor Búho, te quiero hablar, si me sigues ignorando te voy a aventar una piedra en la cabeza”. Ahí sí ya la miró el señor Búho y bajó y le preguntó qué quiere, que está muy ocupado. La piedrecita le dijo que quiere le enseñe a leer, y escribir, y las matemáticas ésas que dice el Comandante Zebedeo, y la geografía para saber dónde queda la casa de las señoras India, Tailandia, Indonesia y Corea del Sur.
El señor Búho se río y dijo: “Si yo acaso sé”. La piedrecita se extrañó y le dijo “Pero si todos dicen que sabes mucho, que por eso tienes los ojos grandes y usas lentes”. “Es su mentira, dijo el señor Búho, yo tengo los ojos grandes y uso lentes porque me la paso viendo a las chamacas cuando se van a bañar al río… ¡arrroz con leche! Pero sí tengo muchos libros, porque todos piensan que sé mucho y me mandan un montón. Si quieres te doy un buen tanto.” “Bueno, dijo la piedrecita, y ahí nomás el señor Búho le llenó de libros un mochilón así de grande, como los que traen las compañeras y compañeros que vienen de otras tierras, que parece que se trajeron todo su país en la mochila.
Bueno, pues ahí fue arrastrando su mochilón la piedrecita, hasta la sombra de un árbol y se sentó y sacó varios libros y se puso a mirar las letras y los números. Y pos nomás no entendía nada. Entonces se fue a una escuela autónoma zapatista para ver si ahí podía aprender con una educación que le dicen “íntegra”, o sea que de todo y bien, y no nomás de una cosa y mal. Y llegó y nadie le decía nada, ni la mal miraban, aunque siempre un poco sí, porque unos chamacos malosos la querían agarrar para aventarla con la tiradora. Pero las niñas zapatistas la defendieron a la piedrecita y le hicieron una autocrítica a los chamacos malosos, y acompañaron la autocrítica con un garrote y ya entonces se calmaron. Y la piedrecita pensó que está bueno eso de la autonomía y que todas esas niñas también estaban inconformadas.
Y así empezó a aprender la piedrecita, pero como era piedrecita pues aprendió muy otro. Por ejemplo, la geografía la aprendió así como muy otra, porque según ella la casa de los campesinos de la India, de Corea del Sur, de Tailandia y de Indonesia, quedaba más cerca de Chiapas que la Casa Blanca o la casa del mal gobierno de México.
Y así estaba contenta la piedrecita, aprendiendo y jugando en la escuela autónoma. Pero llegó un día que la maestra le preguntó a los alumnos y alumnas que qué quieren ser cuando sean grandes, o sea cuando crezcan. Y todas y todos tenían que contestar. Y una niña dijo “yo quiero ser ingeniera”, y otra dijo “yo quiero ser doctora”, y otra dijo “yo quiero ser chofera”, y otra dijo “yo quiero ser piscóloga”, y otra una “yo quiero ser ahogada”, y una más dijo “yo quiero ser subcomandanta” y ahí nomás salió un rayo láser machista del Sup Marcos, bzzz, y la desintegró a la niña… No, no es cierto, no le pasó nada, pero es porque el Sup no se enteró, que si no…
Bueno, pues entonces ahí van pasando todos los niños y niñas y le llegó su turno a la piedrecita. La piedrecita había estado pensando qué quería ser, y cuando le preguntó la maestra respondió con mucho gusto, gran alegría y desbordado entusiasmo: “¡Yo quiero ser nube!”. Los muchachos malosos echaron su carcajada y la empezaron a burlar: “¡Éjele, quiere ser nube y está muy pesada!”, dijo uno. “¡Sí, está muy gorda!”, dijo otro. Y mucho la burlaron. Pero las niñas se embravecieron y sacaron el garrote de la autocrítica y ya se calmaron los muchachos malosos. Pero la piedrecita se sintió muy triste. “Sí, es cierto, dijo, estoy muy gorda y pesada, no voy a poder se nube”. Pero las niñas y los niños zapatistas la animaron y le dijeron que no tienes pena piedrecita, te vamos a ayudar. Y una niña dijo: “yo tengo una hermana que es miliciana y ella te puede ayudar con los ejercicios para que bajas de peso”. Bueno, dijo la piedrecita que ya estaba un poco más animada. Y fueron las niñas y niños zapatistas y la llamaron a la miliciana para que le enseña ejercicios a la piedrecita. Y la miliciana dijo que sí le enseña pero que primero tiene que avisar con el mando.
Ya luego que sí le dieron orden, la miliciana dijo que, como la piedrecita quería ser nube, entonces le iba a dar entrenamiento de tropa aerotransportada. Y entonces ya empezó el programa de adiestramiento y ahí está la pobre piedrecita corriendo de un lado a otro, haciendo sentadillas y lagartijas, comiendo puro pozol para tener mucha fuerza. Tardó días haciendo ejercicio la piedrecita y nomás no bajaba de peso ni de medidas. La vieron muy desmayada las niñas y niños zapatistas y le dijeron: “bueno compañera piedrecita, pos nomás no bajas, estás como piedra. Tenemos que pensar otra cosa para ayudarte”. Se fueron las niñas y niños, y entonces la piedrecita aprovechó para atascarse de dulces, galletas y chocolates. Luego regresaron las niñas y niños zapatistas y se sentaron también a comer dulces, galletas y chocolates y ahí tardaron. Ya que estaban todos y todas con la barriga llena, dijeron: “Oíte piedrecita, ya pensamos un plan para que vuelas como las nubes”. La piedrecita está así tirada nomás, tratando de hacer la digestión de tanto mugrero que se comió y nomás suspiró y dijo “ta bueno”. Entonces los niños y niñas la sacaron un vejiga, que sea un globo, y lo inflaron y lo amarraron con un hilito a su barriga de la piedrecita y ya flotaba, no mucho pero siempre un poco sí bastante. Todos aplaudieron, y la piedrecita no aplaudió porque sólo tenía la mano izquierda, pero claro se vio que sí estaba contenta. “Vamos al cerro, dijeron los niños y niñas, y de ahí la aventamos a la piedrecita para que se vuela”. “Pérense, dijo una niña, acaso sabemos pa dónde la vamos a aventar. Y dirigiéndose a la piedrecita le preguntó: “¿Vos para dónde quieres volar?” Y la piedrecita dijo “Quiero ir a llover a Asia, África, Oceanía, Europa y toda América, pero primero voy a Asia”. “Mmh, pos ora si se chingó la señora Roma ésa del Sup, porque no sabemos por dónde va el camino”, dijo un niño. “Vamos a preguntarle al Sup”, dijo una niña. “Yo no voy”, dijo un niño, “porque el Sup no quiere a los niños y les corta la cabeza con un machete, sin filo, para que tarde, dice, y oxidado otra vez para que se infecte, dice”. Y entonces empezaron a alegar que si es cierto, que no es cierto. Y tardaron hasta que una niña dijo: “Ya sé, llevémosle galletas al Sup y así no nos corta la cabeza”. “Bueno”, dijeron las niñas y niños y se fue una banda a buscarlo al Sup en la Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Ahí lo encontraron al Sup que estaba muy bravo porque, dijo, un escarabajo le había robado su tabaco de la pipa. Con miedo se acercaron los niños y niñas, y una niña que tiene 5 años y se llama La Toñita y no tiene miedo dijo: “Oí Sup”. El Sup contestó gruñendo como muy bravo: grrrr, grrrr.
La Toñita dijo: “Te trajimos unas galletas” y entonces ya el Sup como que se tranquilizó un poco, no mucho, pero siempre sí algo. Y entonces ya se sentaron junto con el Sup y se atascaron de galletas de animalitos. Y ya luego le preguntaron al Sup: “Oí Sup, ¿por dónde se va a la casa de la señora Asia?” El Sup se sacudió las moronas de la camisa, sacó su pipa y no la prendió porque dijo que un escarabajo jijo-de-su-tal-por-cual, así dijo porque es muy malhablado, le había llevado el tabaco, y entonces ya dijo: “Bueno, pues se van por aquí, recto, y ya luego llegan a un cruce, donde está el pájaro tapacamino, ahí hay un camino que va a la derecha y otro que va a la izquierda. Entonces por la derecha no, sino que por la izquierda y ahí se siguen y cuando vean un letrero que dice “Bienvenidos a Asia” entonces ahí es”. “Ta bueno, dijeron los niños y niñas y, cuando ya se iban, el Sup les dijo que llevan un buen de pozol porque no luego se llega, sino que tarda. Contentos llegaron los niños y niñas a donde estaba esperando la piedrecita colgada de la vejiga y ya estaba morada porque le apretaron mucho el cordón. Ya se lo aflojaron un poco y le dijeron que ya saben por dónde se va a casa de la señora Asia. Y entonces la piedrecita dijo: “Ta bueno, pero hay una problema y es que cómo le voy a hacer para llover si soy piedrecita”.
Se reunieron otra vez los niños y niñas para pensar cómo van a hacer y llegaron a un acuerdo y entonces fueron por una cubeta de agua y se la amarraron a la piedrecita para que echa agua cuando quiera lloverse. Y entonces ya todo está listo y se fueron para el cerro. Y entonces ya dicen muchos discursos que parece reunión de la Otra Campaña. Y ya por fin terminaron los discursos. Y pensaron y le pintaron un letrero a la vejiga que decía “La Otra Nube”, para que el resto del mundo supiera qué es. Y la piedrecita tiene mucha nerviosidad y se despide de todos los niños y niñas, y un poco como que quieren chillar, pero la piedrecita les dice que no chillan, porque va a regresar luego, nomás que se le acabe el agua de la cubeta, viene otra vuelta para llevar más. Bueno, dijeron las niñas y niños y ya la pusieron en la orilla del cerro, pero la piedrecita no se mueve porque pesa, no mucho pero siempre un poco sí. Entonces los niños y niñas empiezan a soplar con mucha fuerza, y ya se empieza a mover un poco la vejiga que carga a la piedrecita y llegó un viento y se empezó a volar. Y se fue… lejos. Y pasó por la frontera de Estados Unidos y la fuerza aérea norteamericana se movilizó porque, dijeron, había un objeto volador no identificado y la rodearon muchos aviones de guerra a la piedrecita voladora y el mando de ellos habló por radiocomunicación y les preguntó a los pilotos que qué era lo que volaba y los pilotos responden que es una piedra amarrada a una vejiga, con una cubeta de agua y un letrero que dice “La Otra Nube”. El mando se embravece y los regaña que de cuál fumaron, que si andan bolos o qué, y que se regresen rápido porque los va a arrestar a todos. Se van los aviones de guerra y la piedrecita les hace caracolitos con la mano izquierda.
Y donde quiera que va pasando la nubecita, que diga, la piedrecita, la gente mira al cielo y saca sus paraguas y nylon porque piensa que va a llover. Y cuando llega a Asia, los campesinos y campesinas de esos países se ponen muy contentos porque llueve buena agua para sus milpas y echan baile popular.
Y un día llega una carta a la escuela autónoma zapatista y se juntan todos los niños y niñas muy extrañados porque la carta tiene muchos sellos y estampillas con signos muy extraños. Las niñas y niños abren la carta y resulta que es de la piedrecita y la carta dice así:
“Queridas compañeras y compañeros niños y niñas zapatistas:
Espero que se encuentren bien de salud y echándole ganas al estudio. Después de mi corto saludo prosigo a lo siguiente: Miren compañeritas y compañeritos, ya mero se me acaba el agua de la cubeta y ya pronto voy a regresar. Pero claro les digo que ya no quiero ser nube, porque ya me mareé. Entonces le digo que ya pensé bien y ahora voy a querer ser árbol. Ahí lo vean. Es todo mi palabra.
Atentamente.
La Piedrecita Zapatista Aerotransportada”.
Y entonces los niños y niñas zapatistas ahora están pensando cómo le van a hacer para que la piedrecita se haga un árbol, que yo creo que ora sí se chingó Roma porque a saber cómo le van a hacer.
Tan-tan.
Muchas gracias.
Por el Colectivo “Para todos todo, para nosotros galletas, manque sean de animalitos”
La Katy (11 años).
El Giovanni (12 años).
El Marcelo (6 años)
El Carlitos (9 años).
El Pablo (7 años).
El Sup (515 años).
Éste cuento será narrado con efectos especiales por el Colectivo “Para todos todo, para nosotros galletas”, que está formado por la Katy, el Giovanni, el Marcelo, el Carlitos, el Pablo y yo, o sea el Sup.
Las historias, cuentos y leyendas de los zapatistas, las zapatistas, apuntan a un mañana que tiene sus raíces plantadas en el ayer y asoman sus primeras luces en el hoy que nos desvela. Tal vez por eso tenemos como cambiados el tiempo y el calendario, y hablamos de hechos ocurridos hace siglos como si hubieran sucedido ayer o, más mejor, como si todavía fueran a acontecer, y de lugares lejanos como si estuvieran aquí nomás, a la vuelta del cerro. Por eso es que nuestros cuentos no empiezan con el tradicional “Había una vez…”, sino que empiezan su camino de palabras con el “Habrá una vez…”
Queremos dedicar este cuento a las niñas y niños zapatistas de las escuelas autónomas, y a todas las niñas y niños de México y del Mundo, porque en este mes de abril se celebra el día de las niñas y los niños.
(Interrumpe una niña, la Katy, e inicia una discusión con el Sup: “Acaso es Abril, es Julio”. “Cómo crees, Julio es un compañero que nos apoya chofereando con la Comisión Sexta”. “No, Julio es un mes y estamos en el mes de Julio”. “No, estamos en el mes de Abril y es el mes de los niños y niñas”. “No, es el mes de Julio”. “Es Abril”, “Es Julio”, “Abril”, “Julio”. “Es Abril, si no para qué soy subcomandante”).
Bueno, después de esta pequeña discusión de calendario, estamos de acuerdo en que estamos en el mes abril y vamos a seguir con el cuento:
“Habrá una vez… una piedrecita, así muy chiquita. Así (el Sup hace una seña con la mano para indicar el tamaño). No crean que estoy haciendo una referencia gráfica al tamaño de mi medio de producción, circulación y consumo, sino que estoy hablando del tamaño de la piedrecita.
Bueno, pues esta piedrecita era una piedrita así rebelde, como muchas de las mujeres chicas, medianas y grandes que nos están escuchando o leyendo. Entonces digamos que eran una piedrecita que estaba inconforme, o sea que cada rato se estaba inconformando.
Por ejemplo, en ese día que habrá, estaba la piedrecita así recostada en el suelo, viendo nomás las nubes y los pájaros que están en el camino del sol, y las estrellas y sombras que visten a la luna.
Ahí está la piedrecita, acaso está pensando nada. Pero, de pronto… ¡zas!, que le llega la inconformación, que sea que empieza a rezongar y a murmurar que yo por qué llegó que soy piedrecita, viera que soy nube, manque sea chiquita, ónde quiera voy a pasear y me iba a ir hasta allá hasta donde vive la señora Corea del Sur, o la señora India, o la señora Tailandia, o la Indonesia ésa, que a saber ónde quedan sus casas de ésas señoras.
Pero viera que salí nubecita, pos bien que lo iba ver, pero no, salió que soy piedrecita y aquí nomás estoy y no estoy de acuerdo y ya lo pensé bien y estoy muy decidida que me voy a inconformar.
Y entonces la piedrecita pensó que tiene que se va a hacer bulla para que se sepa que está inconformada, porque si nomás se inconforma así, pues nadie se va a dar cuenta y toda la gente va a pasar y ni la va a ver o de repente va a pasar una señora con una su hija y nomás la va a mirar a la piedrecita y va a decir: “Ah mira hija, una piedrecita que está muy conforme de que llegó que es piedrecita, deberías aprender tú niña que andas con eso de que quieres irte con un zapatista pobre, que ni cargo ni sueldo tiene, en lugar de enamorarte con un panista o priísta o perredista, es lo mismo, que ésos sí ganan mucho dinero”
Entonces la piedrecita pensó que no sirve si no se sabe que está inconforme, entonces pensó de hacer un letrero que diga “Estoy inconformada”. Y pensó que también que le va poner muchos colores y tamaños a las letras de su pancarta. Y entonces dijo: “necesito muchos plumines de colores, y una regla para que no sale chueca la letra…, y una cartulina y unas tijeras, y un lápiz… ¡chin!, y también necesito aprender a leer y escribir porque sí sé cómo es el sentimiento de inconformarse, pero no sé cómo mero va la palabra “inconformidad”.
Y ahí está pensando la piedrecita cómo le va a hacer para mostrar su inconformidad. Y entonces tardó pensando y dijo “Mkela chin…, cuesta mucho trabajo inconformarse. Bueno, primero necesito unas manos y unos pies”.
Y entonces la piedrecita se concentró y empezó a pensar muy fuerte: “mano, mano, mano”, pero nada que le salían manos. Entonces le echó más ganas y empezó a pujar… mmj…mmj… y ¡zas!, que en lugar de una mano le salió un pedito… ¡prrrt! Bien rrroja que se puso la piedrecita porque se le salió, pero lo miró que nadie se dio cuenta así que tampoco le dio mucha pena, y siguió pujando… mmj…mmj… y cuando ya se estaba poniendo azul de tan morada, ¡zas!, le salió una manita por el lado izquierdo. Muy agotada quedó la piedrecita, pero le echó ganas y se concentró para que saliera la mano derecha. Y pujó y pujó, y después de que le salieron varios peditos, ¡zas!, la salió una patita también por el lado izquierdo. “¡Chin!”, pensó la piedrecita, “ora sí que me fue por abajo y a la izquierda”. Y siguió pujando para que salieran la mano y la pata derechas, pero ora que sí que ya parecía que tenía parásitos en la barriga porque puros peditos le salían. Muy desmayada estaba ya la piedrecita, y pensó que así está bueno, que con una mano y una pata izquierdas podía hacer muchas cosas para quedar cabal y poder inconformarse. Con trabajos se sentó la piedrecita y puso su manita izquierda así como que está pensando muy seria. Y llegó en su pensamiento que se tiene que aprender las letras para escribir “Inconformidad”, y los números… y la geografía, porque qué tal que, en lugar de llegar a Corea del Sur llegaba a Washington y, cuando estuviera echando su discurso: “Queridas compañeras piedrecitas de Corea del Sur, por mi voz habla la voz de las piedrecitas zapatistas…” ¡zas!, ahí nomás le iban a caer la Border Patrol, el FBI, la CIA y los marines y la iban a apresar y se iban a dar cuenta que era una piedrecita sin papeles, sin tierra… y sin mano ni pata derechas.
“Voy a buscar al señor Búho”, pensó la piedrecita, porque de por sí había oído que el búho sabe muchas cosas y tiene los ojos muy grandes y usa lentes porque mucho lee. Entonces ahí va la piedrecita, cojeando y agarrándose de donde puede, hasta que llega al árbol donde vive el búho. Ya ahí lo empieza a llamar al señor Búho: “pst, pst, señor Búho, pst, pst”. El señor Búho volteó a ver para todos lados y no vio más que una piedrecita con una mano y una pata izquierdas, así que no hizo caso. La piedrecita ora sí que se embraveció porque el señor Búho la estaba ignorando, y gritó: “Señor Búho, te quiero hablar, si me sigues ignorando te voy a aventar una piedra en la cabeza”. Ahí sí ya la miró el señor Búho y bajó y le preguntó qué quiere, que está muy ocupado. La piedrecita le dijo que quiere le enseñe a leer, y escribir, y las matemáticas ésas que dice el Comandante Zebedeo, y la geografía para saber dónde queda la casa de las señoras India, Tailandia, Indonesia y Corea del Sur.
El señor Búho se río y dijo: “Si yo acaso sé”. La piedrecita se extrañó y le dijo “Pero si todos dicen que sabes mucho, que por eso tienes los ojos grandes y usas lentes”. “Es su mentira, dijo el señor Búho, yo tengo los ojos grandes y uso lentes porque me la paso viendo a las chamacas cuando se van a bañar al río… ¡arrroz con leche! Pero sí tengo muchos libros, porque todos piensan que sé mucho y me mandan un montón. Si quieres te doy un buen tanto.” “Bueno, dijo la piedrecita, y ahí nomás el señor Búho le llenó de libros un mochilón así de grande, como los que traen las compañeras y compañeros que vienen de otras tierras, que parece que se trajeron todo su país en la mochila.
Bueno, pues ahí fue arrastrando su mochilón la piedrecita, hasta la sombra de un árbol y se sentó y sacó varios libros y se puso a mirar las letras y los números. Y pos nomás no entendía nada. Entonces se fue a una escuela autónoma zapatista para ver si ahí podía aprender con una educación que le dicen “íntegra”, o sea que de todo y bien, y no nomás de una cosa y mal. Y llegó y nadie le decía nada, ni la mal miraban, aunque siempre un poco sí, porque unos chamacos malosos la querían agarrar para aventarla con la tiradora. Pero las niñas zapatistas la defendieron a la piedrecita y le hicieron una autocrítica a los chamacos malosos, y acompañaron la autocrítica con un garrote y ya entonces se calmaron. Y la piedrecita pensó que está bueno eso de la autonomía y que todas esas niñas también estaban inconformadas.
Y así empezó a aprender la piedrecita, pero como era piedrecita pues aprendió muy otro. Por ejemplo, la geografía la aprendió así como muy otra, porque según ella la casa de los campesinos de la India, de Corea del Sur, de Tailandia y de Indonesia, quedaba más cerca de Chiapas que la Casa Blanca o la casa del mal gobierno de México.
Y así estaba contenta la piedrecita, aprendiendo y jugando en la escuela autónoma. Pero llegó un día que la maestra le preguntó a los alumnos y alumnas que qué quieren ser cuando sean grandes, o sea cuando crezcan. Y todas y todos tenían que contestar. Y una niña dijo “yo quiero ser ingeniera”, y otra dijo “yo quiero ser doctora”, y otra dijo “yo quiero ser chofera”, y otra dijo “yo quiero ser piscóloga”, y otra una “yo quiero ser ahogada”, y una más dijo “yo quiero ser subcomandanta” y ahí nomás salió un rayo láser machista del Sup Marcos, bzzz, y la desintegró a la niña… No, no es cierto, no le pasó nada, pero es porque el Sup no se enteró, que si no…
Bueno, pues entonces ahí van pasando todos los niños y niñas y le llegó su turno a la piedrecita. La piedrecita había estado pensando qué quería ser, y cuando le preguntó la maestra respondió con mucho gusto, gran alegría y desbordado entusiasmo: “¡Yo quiero ser nube!”. Los muchachos malosos echaron su carcajada y la empezaron a burlar: “¡Éjele, quiere ser nube y está muy pesada!”, dijo uno. “¡Sí, está muy gorda!”, dijo otro. Y mucho la burlaron. Pero las niñas se embravecieron y sacaron el garrote de la autocrítica y ya se calmaron los muchachos malosos. Pero la piedrecita se sintió muy triste. “Sí, es cierto, dijo, estoy muy gorda y pesada, no voy a poder se nube”. Pero las niñas y los niños zapatistas la animaron y le dijeron que no tienes pena piedrecita, te vamos a ayudar. Y una niña dijo: “yo tengo una hermana que es miliciana y ella te puede ayudar con los ejercicios para que bajas de peso”. Bueno, dijo la piedrecita que ya estaba un poco más animada. Y fueron las niñas y niños zapatistas y la llamaron a la miliciana para que le enseña ejercicios a la piedrecita. Y la miliciana dijo que sí le enseña pero que primero tiene que avisar con el mando.
Ya luego que sí le dieron orden, la miliciana dijo que, como la piedrecita quería ser nube, entonces le iba a dar entrenamiento de tropa aerotransportada. Y entonces ya empezó el programa de adiestramiento y ahí está la pobre piedrecita corriendo de un lado a otro, haciendo sentadillas y lagartijas, comiendo puro pozol para tener mucha fuerza. Tardó días haciendo ejercicio la piedrecita y nomás no bajaba de peso ni de medidas. La vieron muy desmayada las niñas y niños zapatistas y le dijeron: “bueno compañera piedrecita, pos nomás no bajas, estás como piedra. Tenemos que pensar otra cosa para ayudarte”. Se fueron las niñas y niños, y entonces la piedrecita aprovechó para atascarse de dulces, galletas y chocolates. Luego regresaron las niñas y niños zapatistas y se sentaron también a comer dulces, galletas y chocolates y ahí tardaron. Ya que estaban todos y todas con la barriga llena, dijeron: “Oíte piedrecita, ya pensamos un plan para que vuelas como las nubes”. La piedrecita está así tirada nomás, tratando de hacer la digestión de tanto mugrero que se comió y nomás suspiró y dijo “ta bueno”. Entonces los niños y niñas la sacaron un vejiga, que sea un globo, y lo inflaron y lo amarraron con un hilito a su barriga de la piedrecita y ya flotaba, no mucho pero siempre un poco sí bastante. Todos aplaudieron, y la piedrecita no aplaudió porque sólo tenía la mano izquierda, pero claro se vio que sí estaba contenta. “Vamos al cerro, dijeron los niños y niñas, y de ahí la aventamos a la piedrecita para que se vuela”. “Pérense, dijo una niña, acaso sabemos pa dónde la vamos a aventar. Y dirigiéndose a la piedrecita le preguntó: “¿Vos para dónde quieres volar?” Y la piedrecita dijo “Quiero ir a llover a Asia, África, Oceanía, Europa y toda América, pero primero voy a Asia”. “Mmh, pos ora si se chingó la señora Roma ésa del Sup, porque no sabemos por dónde va el camino”, dijo un niño. “Vamos a preguntarle al Sup”, dijo una niña. “Yo no voy”, dijo un niño, “porque el Sup no quiere a los niños y les corta la cabeza con un machete, sin filo, para que tarde, dice, y oxidado otra vez para que se infecte, dice”. Y entonces empezaron a alegar que si es cierto, que no es cierto. Y tardaron hasta que una niña dijo: “Ya sé, llevémosle galletas al Sup y así no nos corta la cabeza”. “Bueno”, dijeron las niñas y niños y se fue una banda a buscarlo al Sup en la Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Ahí lo encontraron al Sup que estaba muy bravo porque, dijo, un escarabajo le había robado su tabaco de la pipa. Con miedo se acercaron los niños y niñas, y una niña que tiene 5 años y se llama La Toñita y no tiene miedo dijo: “Oí Sup”. El Sup contestó gruñendo como muy bravo: grrrr, grrrr.
La Toñita dijo: “Te trajimos unas galletas” y entonces ya el Sup como que se tranquilizó un poco, no mucho, pero siempre sí algo. Y entonces ya se sentaron junto con el Sup y se atascaron de galletas de animalitos. Y ya luego le preguntaron al Sup: “Oí Sup, ¿por dónde se va a la casa de la señora Asia?” El Sup se sacudió las moronas de la camisa, sacó su pipa y no la prendió porque dijo que un escarabajo jijo-de-su-tal-por-cual, así dijo porque es muy malhablado, le había llevado el tabaco, y entonces ya dijo: “Bueno, pues se van por aquí, recto, y ya luego llegan a un cruce, donde está el pájaro tapacamino, ahí hay un camino que va a la derecha y otro que va a la izquierda. Entonces por la derecha no, sino que por la izquierda y ahí se siguen y cuando vean un letrero que dice “Bienvenidos a Asia” entonces ahí es”. “Ta bueno, dijeron los niños y niñas y, cuando ya se iban, el Sup les dijo que llevan un buen de pozol porque no luego se llega, sino que tarda. Contentos llegaron los niños y niñas a donde estaba esperando la piedrecita colgada de la vejiga y ya estaba morada porque le apretaron mucho el cordón. Ya se lo aflojaron un poco y le dijeron que ya saben por dónde se va a casa de la señora Asia. Y entonces la piedrecita dijo: “Ta bueno, pero hay una problema y es que cómo le voy a hacer para llover si soy piedrecita”.
Se reunieron otra vez los niños y niñas para pensar cómo van a hacer y llegaron a un acuerdo y entonces fueron por una cubeta de agua y se la amarraron a la piedrecita para que echa agua cuando quiera lloverse. Y entonces ya todo está listo y se fueron para el cerro. Y entonces ya dicen muchos discursos que parece reunión de la Otra Campaña. Y ya por fin terminaron los discursos. Y pensaron y le pintaron un letrero a la vejiga que decía “La Otra Nube”, para que el resto del mundo supiera qué es. Y la piedrecita tiene mucha nerviosidad y se despide de todos los niños y niñas, y un poco como que quieren chillar, pero la piedrecita les dice que no chillan, porque va a regresar luego, nomás que se le acabe el agua de la cubeta, viene otra vuelta para llevar más. Bueno, dijeron las niñas y niños y ya la pusieron en la orilla del cerro, pero la piedrecita no se mueve porque pesa, no mucho pero siempre un poco sí. Entonces los niños y niñas empiezan a soplar con mucha fuerza, y ya se empieza a mover un poco la vejiga que carga a la piedrecita y llegó un viento y se empezó a volar. Y se fue… lejos. Y pasó por la frontera de Estados Unidos y la fuerza aérea norteamericana se movilizó porque, dijeron, había un objeto volador no identificado y la rodearon muchos aviones de guerra a la piedrecita voladora y el mando de ellos habló por radiocomunicación y les preguntó a los pilotos que qué era lo que volaba y los pilotos responden que es una piedra amarrada a una vejiga, con una cubeta de agua y un letrero que dice “La Otra Nube”. El mando se embravece y los regaña que de cuál fumaron, que si andan bolos o qué, y que se regresen rápido porque los va a arrestar a todos. Se van los aviones de guerra y la piedrecita les hace caracolitos con la mano izquierda.
Y donde quiera que va pasando la nubecita, que diga, la piedrecita, la gente mira al cielo y saca sus paraguas y nylon porque piensa que va a llover. Y cuando llega a Asia, los campesinos y campesinas de esos países se ponen muy contentos porque llueve buena agua para sus milpas y echan baile popular.
Y un día llega una carta a la escuela autónoma zapatista y se juntan todos los niños y niñas muy extrañados porque la carta tiene muchos sellos y estampillas con signos muy extraños. Las niñas y niños abren la carta y resulta que es de la piedrecita y la carta dice así:
“Queridas compañeras y compañeros niños y niñas zapatistas:
Espero que se encuentren bien de salud y echándole ganas al estudio. Después de mi corto saludo prosigo a lo siguiente: Miren compañeritas y compañeritos, ya mero se me acaba el agua de la cubeta y ya pronto voy a regresar. Pero claro les digo que ya no quiero ser nube, porque ya me mareé. Entonces le digo que ya pensé bien y ahora voy a querer ser árbol. Ahí lo vean. Es todo mi palabra.
Atentamente.
La Piedrecita Zapatista Aerotransportada”.
Y entonces los niños y niñas zapatistas ahora están pensando cómo le van a hacer para que la piedrecita se haga un árbol, que yo creo que ora sí se chingó Roma porque a saber cómo le van a hacer.
Tan-tan.
Muchas gracias.
Por el Colectivo “Para todos todo, para nosotros galletas, manque sean de animalitos”
La Katy (11 años).
El Giovanni (12 años).
El Marcelo (6 años)
El Carlitos (9 años).
El Pablo (7 años).
El Sup (515 años).
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