En el encuentro casi casual
de una sonrisa triste y suplicante,
te vemos en el rostro de un niño
que ruega un trozo de pan,
frente a la opulencia insensible
de quienes vivimos apresurados
entre vidrieras y mostradores,
en medio de fiestas y derroches.
No queremos reconocerte,
estamos ocupados en compras,
en la pretensión de sentirnos felices,
ignorando los rostros entristecidos
de quienes sufren nuestra indolencia.
Te ignoramos en el rostro sin sonrisa,
en las manos tendidas sin respuestas.
No queremos verte en los niños y niñas
que ofrecen limpiar nuestros zapatos,
no nos fijamos que andan descalzos.
Tus pies desnudos pisan el suelo
de la patria que te vio nacer pobre,
que te verá quizás morir abandonado.
Te hemos visto sufriendo soledades,
en pesebres callejeros improvisados
en callejones oscuros e inseguros,
de una ciudad indolente que te ignora.
Te hemos visto durmiendo en el suelo,
arropado con cartones y periódicos.
Te vemos extender tu mano suplicante,
rogando un pedazo de pan sobrante
de las mesas que vestimos de fiesta,
ignorando tu hambre y tu soledad.
Te vemos a diario en las esquinas,
vendiendo tu esfuerzo y tu existencia,
en el regateo diario de mercancías,
compra - venta de cuerpos y deseos.
Te hemos visto Jesús,
por las calles de ciudades y pueblos,
mostrando tu miseria y abandono.
Te vemos crucificado sin celebraciones.
Hemos visto a Herodes sanguinario,
hambriento de sangre y sufrimiento.
Perseguirte por nuestras calles,
queriendo esconder tú presencia.
Oye Jesús,
quiero que vengas a mi corazón,
que te sientas en confianza en mi mesa,
y hagas de mi corazón un pesebre
bien abrigado y siempre calido.
Quiero acompañar tu soledad,
ser uno contigo en los que sufren,
en aquellos que la sociedad rechaza.
Obed Juan Vizcaíno Nájera.
07 de Diciembre 2006.
22 diciembre, 2006
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