En retrospectiva, en la década de los años noventas, gran parte de la región de Centro Americana y los estados sureños de México, que hoy están contemplados en el Plan Puebla Panamá (PPP), fueron condicionados por organismos internacionales (FMI y BM) asumir políticas proteccionista para convertir los hábitats de los pueblos indígenas en áreas resguardadas, negándoles en aquel tiempo todos los derechos de usufructo de esas tierras. Hoy esas mismas áreas forman parte del megaproyecto PPP, distante de la esencia de la conservación naturalista que predicaron dichos organismos en el pasado.
Con la realización y proyección de las obras infraestructurales que requiere el PPP como carreteras, vías férreas, puertos marítimos, aeropuertos y ciudades industriales (como puede observarse en los mapas y gráficos en la siguiente dirección electrónica http://www.geocities.com/autogestion/mapas/index.html), las obras vienen a destruir un sinnúmero de áreas protegidas, dejando al descubierto que el llamado “Corredor Biológico Mesoamericano” no fue más que un sistema de apropiación de enormes extensiones de territorios que pasan a incluirse ahora como zonas que serán explotadas y saqueadas.
Un ejemplo de ello son las presas y represas como la del Patuca (Honduras); Tigre (Honduras-Salvador); Boruca (Costa Rica); Teribe (Panamá); La Angostura, Chicoasén, Malpaso (Chiapas); Miguel Alemán, Temazcal, el Cerro de Oro, la del Marqués, Yosocuta (Oaxaca); Presa Binacional "Boca del Cerro", (Chiapas-Tabasco y Guatemala); Presa "Chumpán" (Campeche); entre otras. Que han experimentado cambios dramáticos en sus ecosistemas afectando de forma directa a sus poblaciones, las cuales nunca fueron consultadas para la realización de dichos proyectos, como también se da el famoso caso de la Presa la Parota. Esos pueblos poseen una larga historia de lucha por la defensa de sus territorios y han manifestado con vehemencia estar en contra de los megaproyectos del ALCA.
Por otro lado, la exploración y explotación de los hidrocarburos se cierne por todo el litoral de las costas que van desde el caribe panameño hasta del Istmo de Tehuantepec. Lo que dará lugar a una red de gasoductos y oleoductos a lo largo de las selvas hondureñas, salvadoreñas hasta llegar a la región de Tehuacan en el estado de Puebla, México. El trazo y tendido de las tuberías desde estos países hasta México causara enormes perdidas a los sistemas ecológicos de esas regiones, con la perdida irremediable de especies de animales y plantas como la contaminación de vasos hidrológicos.
El maga proyecto PPP contempla la construcción de una megarefinería que se construirá posiblemente en Panamá, el Salvador u Honduras, y al mismo tiempo se construirá el oleoducto Cartagena-Panamá que servirá como vehículo de exportación de los hidrocarburos venezolanos.
Debemos señalar que el Plan Puebla Panamá está enmarcado en el modelo de globalización económica, que ve a la naturaleza como una simple mercancía a la disposición del mejor postor. Esta visión contrasta con la retórica que predicaron el BM y FMI al crear el Corredor Biológico Mesoamericano, el cual avizoraba un proceso de conservación fundamentalista, pero a los intereses del gran capital.
Recordemos que a inicio de la década de los años noventas, se inició el proceso de reconversión y entrega de las recién designadas áreas protegidas a fundaciones privadas, aduciendo la incapacidad de los gobiernos Federales, Estatales (Provincias) o municipales (de todos esos países) de poder garantizar un manejo efectivo de las zonas y sus recursos.
Ello generó la expulsión de grandes contingentes de pobladores, que marcó innumerables fricciones entre la población local e instituciones gubernamentales, vulnerando los derechos humanos de esos ciudadanos.
Aunque existieron esfuerzos por parte de algunas organizaciones para frenar la depredación a hacia esas zonas como fue el caso del Fondo Mundial para la Conservación (WWF), que prohibió el buceo artesanal y turístico en algunos arrecifes del mar caribeño, ello motivo la violación de los derechos humanos de ciertas poblaciones que utilizaban esos esteros como modus vivendis.
Aunque la WWF diseñó planes para el manejo de esas zonas, los cuales planteaban una rezonificación de la pesca, que a la vez generó un abandono de esas zonas que fueron aprovechadas por las grandes cadenas hoteleras trasnacionales para asentar complejos turísticos que destruyeron los arrecifes y especies marítimas.
Sucede que en la mayoría de las áreas protegidas de mesoamérica, existe una política de reprimir a las poblaciones locales para lograr aplicar los planes de manejo de esas zonas. Con la implementación del Plan Puebla Panamá se diluyen las pretensiones de conservación, y se afinan las estrategias de saqueos de los territorios de los pueblos indígenas quienes durante siglos han preservado los hábitats.
El pretextos de preserva y crear zonas de protección solo fue una farsa que permitió que las grandes compañías trasnacionales prepararan el terreno para que ahora y en un par de años más, puedan llevar acabo el mayor saqueo en la historia de la humanidad. Sin duda en los próximos años estaremos viendo el despliegue de tropas norteamericanas es estos territorios para cuidaran los intereses de sus amos, bajo el pretexto de combatir al terrorismo o los enemigos del progreso.
Por Ricardo García Jiménez
Con la realización y proyección de las obras infraestructurales que requiere el PPP como carreteras, vías férreas, puertos marítimos, aeropuertos y ciudades industriales (como puede observarse en los mapas y gráficos en la siguiente dirección electrónica http://www.geocities.com/autogestion/mapas/index.html), las obras vienen a destruir un sinnúmero de áreas protegidas, dejando al descubierto que el llamado “Corredor Biológico Mesoamericano” no fue más que un sistema de apropiación de enormes extensiones de territorios que pasan a incluirse ahora como zonas que serán explotadas y saqueadas.
Un ejemplo de ello son las presas y represas como la del Patuca (Honduras); Tigre (Honduras-Salvador); Boruca (Costa Rica); Teribe (Panamá); La Angostura, Chicoasén, Malpaso (Chiapas); Miguel Alemán, Temazcal, el Cerro de Oro, la del Marqués, Yosocuta (Oaxaca); Presa Binacional "Boca del Cerro", (Chiapas-Tabasco y Guatemala); Presa "Chumpán" (Campeche); entre otras. Que han experimentado cambios dramáticos en sus ecosistemas afectando de forma directa a sus poblaciones, las cuales nunca fueron consultadas para la realización de dichos proyectos, como también se da el famoso caso de la Presa la Parota. Esos pueblos poseen una larga historia de lucha por la defensa de sus territorios y han manifestado con vehemencia estar en contra de los megaproyectos del ALCA.
Por otro lado, la exploración y explotación de los hidrocarburos se cierne por todo el litoral de las costas que van desde el caribe panameño hasta del Istmo de Tehuantepec. Lo que dará lugar a una red de gasoductos y oleoductos a lo largo de las selvas hondureñas, salvadoreñas hasta llegar a la región de Tehuacan en el estado de Puebla, México. El trazo y tendido de las tuberías desde estos países hasta México causara enormes perdidas a los sistemas ecológicos de esas regiones, con la perdida irremediable de especies de animales y plantas como la contaminación de vasos hidrológicos.
El maga proyecto PPP contempla la construcción de una megarefinería que se construirá posiblemente en Panamá, el Salvador u Honduras, y al mismo tiempo se construirá el oleoducto Cartagena-Panamá que servirá como vehículo de exportación de los hidrocarburos venezolanos.
Debemos señalar que el Plan Puebla Panamá está enmarcado en el modelo de globalización económica, que ve a la naturaleza como una simple mercancía a la disposición del mejor postor. Esta visión contrasta con la retórica que predicaron el BM y FMI al crear el Corredor Biológico Mesoamericano, el cual avizoraba un proceso de conservación fundamentalista, pero a los intereses del gran capital.
Recordemos que a inicio de la década de los años noventas, se inició el proceso de reconversión y entrega de las recién designadas áreas protegidas a fundaciones privadas, aduciendo la incapacidad de los gobiernos Federales, Estatales (Provincias) o municipales (de todos esos países) de poder garantizar un manejo efectivo de las zonas y sus recursos.
Ello generó la expulsión de grandes contingentes de pobladores, que marcó innumerables fricciones entre la población local e instituciones gubernamentales, vulnerando los derechos humanos de esos ciudadanos.
Aunque existieron esfuerzos por parte de algunas organizaciones para frenar la depredación a hacia esas zonas como fue el caso del Fondo Mundial para la Conservación (WWF), que prohibió el buceo artesanal y turístico en algunos arrecifes del mar caribeño, ello motivo la violación de los derechos humanos de ciertas poblaciones que utilizaban esos esteros como modus vivendis.
Aunque la WWF diseñó planes para el manejo de esas zonas, los cuales planteaban una rezonificación de la pesca, que a la vez generó un abandono de esas zonas que fueron aprovechadas por las grandes cadenas hoteleras trasnacionales para asentar complejos turísticos que destruyeron los arrecifes y especies marítimas.
Sucede que en la mayoría de las áreas protegidas de mesoamérica, existe una política de reprimir a las poblaciones locales para lograr aplicar los planes de manejo de esas zonas. Con la implementación del Plan Puebla Panamá se diluyen las pretensiones de conservación, y se afinan las estrategias de saqueos de los territorios de los pueblos indígenas quienes durante siglos han preservado los hábitats.
El pretextos de preserva y crear zonas de protección solo fue una farsa que permitió que las grandes compañías trasnacionales prepararan el terreno para que ahora y en un par de años más, puedan llevar acabo el mayor saqueo en la historia de la humanidad. Sin duda en los próximos años estaremos viendo el despliegue de tropas norteamericanas es estos territorios para cuidaran los intereses de sus amos, bajo el pretexto de combatir al terrorismo o los enemigos del progreso.
Por Ricardo García Jiménez
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