El Día Internacional de la Mujer tiene sus orígenes en las luchas de las mujeres de la clase obrera por su emancipación y en las iniciativas de los partidos socialistas de Estados Unidos y Europa.
Las socialistas norteamericanas fueron las pioneras en instaurar jornadas de reflexión y de acción, denominadas “Día de las Mujeres”. La primera de las estas se realizó el 3 de mayo de 1908 en el teatro Garrick de Chicago, donde se llamó a pelear por el voto femenino, la defensa de los derechos laborales de las trabajadoras y contra el creciente militarismo.
En 1910 se organizó la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, donde la delegada del Partido Socialista Alemán, Clara Zetkin, propuso la fecha del 8 de marzo para hacer una jornada mundial de lucha de las mujeres trabajadoras. La fecha fue elegida para homenajear a las 129 obreras de la fábrica Cotton de Nueva York que murieron durante un incendio en 1857, desatado antes de que pudieran salir a participar en una marcha de protesta. Clara Zetkin dirigía por entonces el periódico de las mujeres “La Igualdad”, que llegó a tener una tirada de más de 100 mil ejemplares.
El 8 de marzo de 1911 se llevó a cabo la primera acción de carácter internacional. Más de un millón de mujeres se movilizaron en distintos países de Europa y EE.UU., demandando el derecho al voto, la igualdad de oportunidades para ejercer cargos públicos y el derecho al trabajo. Desde entonces, las trabajadoras de la industria tuvieron un lugar preponderante al frente de las movilizaciones, protagonizando heroicas huelgas contra el trabajo infantil, por la jornada de 8 horas, la seguridad en el trabajo y la igualdad de derechos políticos y sociales.
En 1913 las mujeres rusas celebraron por primera vez su día, bajo la denominación de “Día Internacional de las Obreras”. Salvajemente reprimidas por la policía zarista, algunas de las organizadoras fueron deportadas a Siberia.
En 1917 (en medio de la Primera Guerra y contrariando las órdenes de las dirigencias de sus partidos) las trabajadoras rusas de San Petersburgo, salieron a las calles exigiendo pan y el regreso de los soldados del frente. Esa manifestación, a la que se unieron trabajadores y estudiantes, es considerada el detonante de la Revolución Rusa. Cuatro días más tarde, el Zar se vio obligado a renunciar y después de eso, el Gobierno Provisional otorgó el derecho a votar a las mujeres.
A partir de la década de los 60 se desarrolló el movimiento por la liberación de la mujer, en medio de un enorme proceso de luchas de la clase obrera y los pueblos del mundo, como el mayo Francés, la lucha por la igualdad de derechos de los negros en EEUU, la guerra de Vietnam, la Revolución Cubana, el Cordobazo etc.
Ese movimiento progresivo logró movilizar a importantes sectores de mujeres de la clase media y trabajadora, imponiendo reformas legislativas en el campo social, familiar y del trabajo, como el acceso a los anticonceptivos, la legalización del aborto, las guarderías en los lugares de trabajo, la protección a la maternidad, la ley de divorcio, la patria potestad, la igualdad para ejercer cargos públicos, etc. Por eso, sólo en la década del 70, el Congreso de los Estados Unidos tuvo que a aprobar 71 disposiciones relativas al “problema” de la mujer.
Cruzada contra las mujeres
En 1975 la Naciones Unidas establecieron que el 8 de marzo debía celebrarse el Día Internacional de la Mujer. Esa resolución estuvo dirigida a contener y canalizar dentro de los marcos del sistema capitalista las demandas democráticas de más de la mitad de la especie humana. Desde entonces los representantes de la clase burguesa “institucionalizaron” el 8 de marzo para negarle su carácter de clase y socialista.
La nueva reacción económica, política, militar e ideológica, dirigida por el propio jefe del sistema capitalista patriarcal, el presidente de EE.UU., y secundada por el Papa Ratzinger, no puede permitir que la lucha de las mujeres se transforme en el detonante de luchas que terminen cuestionando al sistema de explotación que ellos defienden.
En función de eso pusieron en marcha una durísima ofensiva contra las mujeres al servicio de liquidar sus derechos más elementales, como el libre acceso al uso de anticonceptivos, la educación sexual o el aborto legal, que todavía está vigente en la mayoría de los países del mundo.
Estos fundamentalistas occidentales (utilizando la espada amenazadora de la religión) se intentan ubicar como los más grandes “defensores de la vida”, cuando en realidad lo único que pretenden defender es el dominio de las clases explotadoras; sosteniendo y perpetuando el rol de madre, esposa y ama de casa de la mujer, para que cumpla eficazmente su función de reproductora de fuerza de trabajo y esclava doméstica. ¡El sistema capitalista, en su fase terminal y camino a la barbarie, sólo puede ofrecer más miseria, opresión y explotación!
Las socialistas revolucionarias, que seguimos reivindicando al Día de la Mujer como una auténtica jornada de lucha repudiamos esta campaña reaccionaria y llamamos a enfrentarla, movilizándonos en todo el mundo por nuestros derechos, en contra de la opresión y la explotación.
Declaramos que nada tenemos que ver con aquellas mujeres, como Condolessa Rice, Cristina Kirchner, Bachelet, Susana Rueda o Amalita Fortabat, defensoras de un sistema en el que la ganancia de unos pocos contiene la sangre, el sudor y las lágrimas de millones de mujeres, niños y hombres explotados. La lucha por la liberación de la mujer solo podrá avanzar, si forma parte de la lucha del conjunto de los explotados y oprimidos en contra del sistema capitalista y para imponer la sociedad en la cual la liberación será posible, el Socialismo.
La mujer trabajadora, que sufre la opresión de género y la explotación capitalista, está llamada a cumplir un rol dirigente en esta lucha. En su tremenda determinación y coraje, en su fuerza y consecuencia están depositadas las esperanzas de alcanzar la liberación de la esclavitud doméstica de siglos y acabar con la desigualdad y la ausencia de derechos. Por eso, en este nuevo aniversario del día de la mujer, las socialistas gritamos fuerte: ¡Paso a la Mujer Trabajadora!
María Álvarez
En 1910 se organizó la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, donde la delegada del Partido Socialista Alemán, Clara Zetkin, propuso la fecha del 8 de marzo para hacer una jornada mundial de lucha de las mujeres trabajadoras. La fecha fue elegida para homenajear a las 129 obreras de la fábrica Cotton de Nueva York que murieron durante un incendio en 1857, desatado antes de que pudieran salir a participar en una marcha de protesta. Clara Zetkin dirigía por entonces el periódico de las mujeres “La Igualdad”, que llegó a tener una tirada de más de 100 mil ejemplares.
El 8 de marzo de 1911 se llevó a cabo la primera acción de carácter internacional. Más de un millón de mujeres se movilizaron en distintos países de Europa y EE.UU., demandando el derecho al voto, la igualdad de oportunidades para ejercer cargos públicos y el derecho al trabajo. Desde entonces, las trabajadoras de la industria tuvieron un lugar preponderante al frente de las movilizaciones, protagonizando heroicas huelgas contra el trabajo infantil, por la jornada de 8 horas, la seguridad en el trabajo y la igualdad de derechos políticos y sociales.
En 1913 las mujeres rusas celebraron por primera vez su día, bajo la denominación de “Día Internacional de las Obreras”. Salvajemente reprimidas por la policía zarista, algunas de las organizadoras fueron deportadas a Siberia.
En 1917 (en medio de la Primera Guerra y contrariando las órdenes de las dirigencias de sus partidos) las trabajadoras rusas de San Petersburgo, salieron a las calles exigiendo pan y el regreso de los soldados del frente. Esa manifestación, a la que se unieron trabajadores y estudiantes, es considerada el detonante de la Revolución Rusa. Cuatro días más tarde, el Zar se vio obligado a renunciar y después de eso, el Gobierno Provisional otorgó el derecho a votar a las mujeres.
A partir de la década de los 60 se desarrolló el movimiento por la liberación de la mujer, en medio de un enorme proceso de luchas de la clase obrera y los pueblos del mundo, como el mayo Francés, la lucha por la igualdad de derechos de los negros en EEUU, la guerra de Vietnam, la Revolución Cubana, el Cordobazo etc.
Ese movimiento progresivo logró movilizar a importantes sectores de mujeres de la clase media y trabajadora, imponiendo reformas legislativas en el campo social, familiar y del trabajo, como el acceso a los anticonceptivos, la legalización del aborto, las guarderías en los lugares de trabajo, la protección a la maternidad, la ley de divorcio, la patria potestad, la igualdad para ejercer cargos públicos, etc. Por eso, sólo en la década del 70, el Congreso de los Estados Unidos tuvo que a aprobar 71 disposiciones relativas al “problema” de la mujer.
Cruzada contra las mujeres
En 1975 la Naciones Unidas establecieron que el 8 de marzo debía celebrarse el Día Internacional de la Mujer. Esa resolución estuvo dirigida a contener y canalizar dentro de los marcos del sistema capitalista las demandas democráticas de más de la mitad de la especie humana. Desde entonces los representantes de la clase burguesa “institucionalizaron” el 8 de marzo para negarle su carácter de clase y socialista.
La nueva reacción económica, política, militar e ideológica, dirigida por el propio jefe del sistema capitalista patriarcal, el presidente de EE.UU., y secundada por el Papa Ratzinger, no puede permitir que la lucha de las mujeres se transforme en el detonante de luchas que terminen cuestionando al sistema de explotación que ellos defienden.
En función de eso pusieron en marcha una durísima ofensiva contra las mujeres al servicio de liquidar sus derechos más elementales, como el libre acceso al uso de anticonceptivos, la educación sexual o el aborto legal, que todavía está vigente en la mayoría de los países del mundo.
Estos fundamentalistas occidentales (utilizando la espada amenazadora de la religión) se intentan ubicar como los más grandes “defensores de la vida”, cuando en realidad lo único que pretenden defender es el dominio de las clases explotadoras; sosteniendo y perpetuando el rol de madre, esposa y ama de casa de la mujer, para que cumpla eficazmente su función de reproductora de fuerza de trabajo y esclava doméstica. ¡El sistema capitalista, en su fase terminal y camino a la barbarie, sólo puede ofrecer más miseria, opresión y explotación!
Las socialistas revolucionarias, que seguimos reivindicando al Día de la Mujer como una auténtica jornada de lucha repudiamos esta campaña reaccionaria y llamamos a enfrentarla, movilizándonos en todo el mundo por nuestros derechos, en contra de la opresión y la explotación.
Declaramos que nada tenemos que ver con aquellas mujeres, como Condolessa Rice, Cristina Kirchner, Bachelet, Susana Rueda o Amalita Fortabat, defensoras de un sistema en el que la ganancia de unos pocos contiene la sangre, el sudor y las lágrimas de millones de mujeres, niños y hombres explotados. La lucha por la liberación de la mujer solo podrá avanzar, si forma parte de la lucha del conjunto de los explotados y oprimidos en contra del sistema capitalista y para imponer la sociedad en la cual la liberación será posible, el Socialismo.
La mujer trabajadora, que sufre la opresión de género y la explotación capitalista, está llamada a cumplir un rol dirigente en esta lucha. En su tremenda determinación y coraje, en su fuerza y consecuencia están depositadas las esperanzas de alcanzar la liberación de la esclavitud doméstica de siglos y acabar con la desigualdad y la ausencia de derechos. Por eso, en este nuevo aniversario del día de la mujer, las socialistas gritamos fuerte: ¡Paso a la Mujer Trabajadora!
María Álvarez
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