09 octubre, 2006

¿Dónde está el capitalismo?

Una mujer “profundamente preocupada por lo que en México pueda acontecer y que quiere contribuir en algo a que consigamos articular fuerza desde abajo” planteó a los adherentes de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y a los militantes de La Otra Campaña la pregunta siguiente: ¿Es el capitalismo algo externo y ajeno a nosotros?
Es indudable que son muchas las personas, las comunidades, los colectivos, las organizaciones y los proyectos autodenominados alternativos, que podríamos formularnos la misma interrogante. Seguramente los participantes en el Diálogo Nacional, el “gobierno alternativo” de la Convención Nacional Democrática, el Frente Sindical Mexicano, la Promotora por la Unidad Nacional Contra el Neoliberalismo, el Taller de Construcción del Socialismo y el Frente Nacional en Lucha por el Socialismo podrían sentirse también interpelados.
Una respuesta podría ser teórica. Y aparecerían entonces los grandes discursos y esquemas que ilustran sobre los modos de producción, la ideología del consumo, la composición y la función del Estado; sobre la historia de las revoluciones del siglo pasado y demás botones de muestra.
También podría surgir una respuesta práctica. De esas que dan quienes primero identifican al enemigo y luego lo asedian hasta que lo destruyen o lo toman.
Otros podrían evitar las respuestas superficiales, y generar nuevas preguntas, como por ejemplo: ¿son nuestras prácticas realmente alternativas al capitalismo, o lo estamos reproduciendo de alguna manera? El capitalismo ahora vigente se caracteriza por la depredación extrema de los recursos naturales, por la exacerbada exclusión social, por la explotación humana exhaustiva, por la concentración de las decisiones y de las apropiaciones, por la expoliación del bienestar, por su estructura organizativa en forma de obelisco, por la voracidad en las relaciones. En pocas palabras, por su afán de absoluto dominio sobre lo y los demás. Entonces, ¿cómo estamos siendo anticapitalistas?
Esta última pregunta está vinculada con un tema que se puso de moda con motivo del reciente proceso electoral para la Presidencia de la República, pero que no está limitado a lo electoral: el asunto de las instituciones.
En el proceso electoral recién concluido se hizo patente que las instituciones que hegemonizan al Estado mexicano están dejando de ser útiles a los fines por las que fueron creadas. Han perdido credibilidad y legitimidad ante una parte considerable de la población.
Ya desde antes existían esfuerzos por promover experiencias particulares de autonomía popular, como la propuesta por el Grupo de Apoyo a la Autonomía Regional Pluriétnica (GAARI); la existencia y prácticas de las autoridades y la justicia del pueblo Yaqui; la lucha del pueblo juchiteco; la creación del Consejo de Pueblos Nahuas del Alto Balsas Guerrero. Posteriormente se construyeron los caracoles zapatistas y ahora se da paso a la construcción de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). La caminata emprendida por los oaxaqueños desde la capital de su estado para llegar a la capital del país ha estimulado la creación de asambleas populares en estados como Guerrero, Michoacán y Puebla. Mientras ocurre todo eso, la Comisión Sexta del EZLN anuncia la continuación de su recorrido como parte de La Otra Campaña para seguir escuchando, enlazando y articulando las luchas de los de abajo. Esto tiene un significado que los barones del dinero no dejan de ver y de temer: se ha dado paso a la construcción de nuevas instituciones que correspondan con las aspiraciones de los pueblos movilizados para liberarse de la dominación capitalista que adopta formas particulares en la explotación económica y en la exclusión social.
No es nada más la defensa de Ulises Ruiz. Ni siquiera la de FeCal. Es también el temor a la extensión de las instituciones populares y rebeldes lo que empuja a los perros nacionales de la guerra a amagar, y posiblemente a reprimir, con saña a la APPO. Pero que nadie se llame a engaño. Toda acción de las fuerzas armadas, con uniforme de cualquier color, contra la capital oaxaqueña, corre el riesgo de extenderse desde el Suchiate hasta el Coahuayana. De ahí la importancia de brindar solidaridad efectiva con los compañeros oaxaqueños, como desde el 94 se le ha brindado a los zapatistas.
Lo anticapitalista puede estar en los destinos, pero también en los caminos

Tomado de Gaceta Movimientos