Pobre Vicente Fox. Pobre porque nunca supo qué hacer en Oaxaca ni qué hacer con el gobernador de ese estado. Pobres de los asesinados por las fuerzas del Presidente y por la impudicia de Ulises Ruiz. Pobres de sus deudos, de su impotencia y porque sus muertos nunca serán considerados mártires. Pobres de los miembros de la pleonástica Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca porque sus reclamos no han sido satisfechos y porque han tenido que abandonar sus trabajos. Pobres por ser tan miserables y por tener que vivir en un país donde siempre han sido marginados. Pobres los militares y los miembros de la Policía Federal Preventiva (PFP). Pobres de ellos por tener que trabajar en esas labores y por tener que perseguir y matar a sus hermanos oaxaqueños. Pobre Oaxaca por padecer una de las peores lacras del país, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Pobre Ulises Ruiz porque carga y cargará en sus hombros los nombres de muchos muertos y porque su renuncia se antoja imposible: pesan más los pactos entre la Presidencia con el PRI y con la maestra y aliada de Felipe Calderón, Elba Esther Gordillo, que la razón. Pobres los tianguistas, los escolares, los comerciantes y los profesores oaxaqueños. Pobres porque sus vidas se han detenido, porque el turismo ha desaparecido y por ser víctimas de las sandeces de nuestros gobernantes. Pobre Vicente Fox: quería marcharse a su rancho sin desparramar "mucha sangre" y deseaba que se le recordase por haber cedido el mando con poco ruido. Pobre de él porque no supo distinguir entre la realidad y la magnitud de los sucesos con lo que Marta le pide, con lo que su partido le exige y con lo que Calderón y Gordillo le explican. Pobres de los ineptos políticos que desgobiernan junto con Fox. Pobres por nunca haberse percatado que primero es la dignidad y el país y luego su chamba. Pobres por ser tan torpes. Pobre Carlos Abascal por haber invocado a Dios tras haber asegurado que en Oaxaca no se derramaría sangre. Pobre Abascal porque Dios no lo escuchó. Pobres de las 59 personas capturados por la PFP y que por ahora habitan el mundo de los "desaparecidos". Pobres de ellos si han sido torturados o violados. Pobre del México oaxaqueño que viaja por el mundo mostrando lo peor de nuestras caras: la realidad de la miseria y la estulticia de nuestra clase política. Pobres de todos los hombres oaxaqueños que tienen que cruzar la frontera, arriesgar sus vidas y trabajar con los gringos para impedir que sus familias continúen padeciendo hambrunas. Pobres de sus vástagos porque crecen sin pater familia. Pobres de todos los mexicanos librepensadores que azorados observan lo que sucede en la tierra de Francisco Toledo. Pobres de ellos porque es tan poco lo que logran las palabras, las voces, la pintura o la razón ante la sordidez de los gobernantes. Pobres de quienes quieren decirle no al poder y de quienes aterrados observan que la moral es mera entelequia entre la mayoría de nuestros dirigentes. Pobres de quienes sabemos que en México, en estos momentos, y entre nuestra ralea política, prevalece lo que Martin Scorsese denomina la "zona cero de la ética". "Si a un niño le preguntan si de mayor quiere ser policía o ladrón, la respuesta debería ser: '¿cuál es la diferencia?'", explica uno de los personajes de Infiltrados, la última película de Scorsese, y que en el léxico foxiano y ruizano diría: "Si a un niño oaxaqueño pobre le preguntan, si acaso llega a mayor, si quiere ser policía, político, presidente, gobernador o ladrón, la respuesta debería ser, 'ladrón'". Pobres de todos los pobres enlistados en este inmenso párrafo, incluyendo a Fox y a Ruiz, cuya impericia, falta de sensatez e incapacidad han mostrado a México ante el mundo como una nación donde la "zona cero de la ética" es la constante y la realidad; pobres de ambos porque saben que la han jodido y son incapaces de resarcir el daño. Pobres, porque los muertos, sus muertos, nunca revivirán. Pobres por ser unos de los arquitectos de la zona cero de la ética en México. Pobres de todos los que habitan en este párrafo que no permite ni puntos y aparte, ni treguas ni respiro ni quietud ni complicidad. Fox ya se marcha. Ruiz se irá en cuanto llegué Calderón o un poco antes. Los muertos no se moverán y la miseria de los pobres en Oaxaca no se modificará. La realidad no admite contubernios: los pobres de Oaxaca seguirán igual, Calderón habitará en Foxilandia y los niños oaxaqueños optarán por ser dignos ladrones antes que mendaces políticos. Punto final.
Arnoldo Kraus
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