27 enero, 2007

La semilla del árbol de nuestra vida

Al Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo:

Desde los tiempos más primeros de nuestra memoria, desde las enseñanzas de nuestros abuelos y abuelas más sabios y sabias, desde el silencio donde nace el viento y se hace palabra, hemos venido a contarles una historia, según lo que hemos aprendido de nuestra flor más grande y fuerte que es la palabra.
Nos contaba nuestra abuela, que por allá en las tierras dignas del sur de este país, vive la madre de todos los que han nacido con mucho dolor, pero con esperanza en su corazón, y que se llama la madre Ceiba, el árbol de la vida que se levanta hacia el cielo, y que nuestro padre viento esparce sus semillas por los cuatro rumbos desde estas tierras del Sureste mexicano.
Nuestra memoria de resistencia se remonta a una larga noche de más de quinientos años de explotación, despojo, discriminación y pobreza; este tiempo oscuro en el que los poderosos han intentado arrancar de nuestro corazón el supremo derecho a organizar la vida y el gobierno de nuestros pueblos de acuerdo a la costumbre e historia. ¡Pero no han logrado arrancar la raíz del árbol de nuestra vida, de los que somos hombres y mujeres de maíz!
A pesar de que cortaron el tronco de nuestro árbol, no pudieron arrancar su raíz y empezó a retoñar con el levantamiento indígena del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el primero de enero de 1994, que sacudió a la nación entera e hizo visible a los ojos del mundo la opresión, miseria, olvido y abandono en que vivimos y seguimos viviendo los pueblos indígenas de todo México.
El retoñar de nuestro árbol de vida se hizo más fuerte y grande cuando nuestros pueblos se encontraron con la palabra zapatista y nos convocamos al Foro Nacional Indígena en enero de 1996 y, finalmente, a la fundación del Congreso Nacional Indígena (CNI) en octubre del mismo año con la participación destacada del EZLN en voz de la comandanta Ramona.
El CNI, la casa de los pueblos nuestros, pueblos primeros nacidos de la tierra y del maíz, del dolor y la esperanza, desde su fundación representa la posibilidad de que juntemos nuestras resistencias y caminos que de antiguo caminamos los pueblos indígenas que habitamos este país.
La semilla del árbol de nuestra vida fue regada hacia los cuatro rumbos por los vientos de la memoria y la resistencia, y nos convocamos para el Segundo y Tercer Congreso Nacional Indígena por el reconocimiento constitucional de los Acuerdos de San Andrés, cuando aún creíamos que el mal gobierno iba a cumplir su palabra, pero nos dimos cuenta que por allá no camina la dignidad sino la traición a la palabra digna del EZLN y el CNI que lleva la voz de nuestros pueblos.
Ningún partido, ningún poder del Estado quedaron al margen de la traición. Fue entonces cuando nos dimos cuenta que los asesinos de nuestra madre tierra, los grandes dueños del capital, son quienes en realidad tienen el poder en este país y los gobernantes sólo sirven de instrumento para defender sus intereses, y si permitimos la construcción de presas, la deforestación de los montes, la privatización y contaminación del agua, el comercio de transgénicos, la venta de los centros ceremoniales, estaremos permitiendo el exterminio de nuestros pueblos; es por esto que nosotros identificamos al sistema capitalista y a los empresarios gobernantes como principales enemigos de nuestros pueblos al continuar con su plan de despojo y muerte de la madre tierra y de todo lo que nace de ella.
Son el capitalismo y sus títeres gobernantes, los que reprimen a quienes nos defendemos del robo y exterminio que intentan, son los culpables de todos nuestros presos, muertos y desaparecidos; es decir, el capitalismo y los falsos gobiernos son los culpables de la pobreza, opresión y exterminio de nuestros pueblos.
Durante la Marcha del Color de la Tierra en 2001, nuestra palabra recorrió todos los rincones del país y tampoco fue escuchada. Fue entonces cuando como CNI decidimos mantenernos en silencio y ejercer la autonomía en los hechos con los Acuerdos de San Andrés como Constitución y regionalizarnos para fortalecer nuestro trabajo de coordinación.
Cuando el árbol de nuestra vida parecía que se marchitaba, espació su semilla hasta el rincón más alejado de estas tierras.
Estas semillas de vida germinaron en las tierras con dignidad, convirtiéndose en foros, talleres, reuniones y asambleas.
Mientras esto sucedía, en estas tierras zapatistas los vientos muy otros iban naciendo la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y con ella La Otra Campaña. Los pueblos indígenas de México nos adherimos a ella y nos convocamos al Cuarto Congreso Nacional Indígena hace unos meses, reunidos en la comunidad indígena de N'donhuani-San Pedro Atlapulco, en el otro estado de México.
Los acuerdos de este congreso nacen de nuestro corazón, son las flores de nuestro árbol dispuestas a dar nuevas semillas, semillas de vida y esperanza.
La flor más nueva que ha nacido en nuestro árbol ha sido el Encuentro en Defensa de la Madre Tierra y la Autonomía Indígena realizado en Mezcala, en el otro estado de Jalisco, donde ratificamos nuestro compromiso con la lucha de nuestros pueblos, desde abajo y a la izquierda y manifestamos nuestro total apoyo a la lucha de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca y sus demandas, y reafirmamos que nuestra madre tierra y toda la vida que se nace en ella son sagrados, por lo tanto no se compran ni se venden y nadie puede aprovecharlos o apropiarse de ellos para beneficio de unos pocos; por lo que nos declaramos anticapitalistas y dispuestos a construir una gran fuerza que surja desde abajo, desde nuestros pueblos, junto con otros hermanos y hermanas del campo y la ciudad que son despojados, explotados y oprimidos, para poner fin a este sistema de muerte y a los gobiernos que lo sostienen.
Las políticas neoliberales del Estado mexicano forman parte de la interminable guerra de conquista contra nuestros pueblos y son políticas que buscan matar la tierra y desaparecer nuestras culturas a través del saqueo y despojo de nuestros territorios y saberes tradicionales, la contaminación de los maíces nativos, la privatización de todos los elementos que integran la madre tierra y el desconocimiento de nuestros gobiernos y formas de organización propias.
Éste es nuestro caminar, así ha nacido y crecido nuestro árbol en el CNI, las luchas y resistencias de nuestros pueblos indígenas lo alimentan, nuestras flores pertenecen ahora a un solo árbol de vida, es decir, nuestros pueblos se están integrando y acompañando para que ya no estemos solos en nuestra lucha por la autonomía.
En este momento, consideramos que nuestro principal proyecto histórico es la práctica en los hechos de los autogobiernos indígenas, con un control territorial propio en el ejercicio de la autonomía como una contribución surgida desde nuestros pueblos, naciones y tribus para el Programa Nacional de Lucha y el nuevo México que queremos construir.
El poder y los grandes empresarios capitalistas han querido arrancar nuestra raíz, es decir, la identidad de nuestros pueblos, perno nosotros nos hemos hecho fuertes con el caminar de nuestra memoria. Si no pudieron cuando estuvimos dispersos no podrán ahora que estamos unidos en el CNI. Así lo cuentan nuestros abuelos y abuelas, así lo creemos nosotros.

Desde Oventic, municipio autónomo zapatista de San Andrés Sakamch'en de los Pobres, en el otro estado de Chiapas.
31 de diciembre de 2006

Por la reconstitución integral de nuestros pueblos
Nunca más un México sin nosotros
Congreso Nacional Indígena

La Declaración de N'donhuani y la Declaración de Mezcala,
pueden consultarse en www.htlm.enlacezapatista.ezln.org.mx/la-otra-campaña

Ojarasca 117 enero 2007

1 comentario:

manuel dijo...

gracias!.