22 octubre, 2006

Tic tac oaxaqueño

Juegos palaciegos de poder
APPO: resistir con todo
Tranquilidad magistral

Es la sublimación de la tesis ontológica del sexenio: ¿Y nosotros por qué?, se preguntan el Presidente de la República, el secretario de Gobernación, los senadores e incluso el virtual ex gobernador Ulises Ruiz. Pero es una sublimación transitoria y onerosa, pues sólo trata de ganar tiempo para ver quién políticamente se beneficiará más a costa del conflicto social oaxaqueño. Ping pong de las muy peloteadas instituciones: que dice Vicente que el problema es del ámbito estatal, que dice Abascal que el gobierno local no sabe poner orden, que dicen los senadores que no toman decisiones aún pero se declaran en periodo abierto de dizque consultas amplias, que dice el gobernador en capilla que la culpa no es nomás de él.
El jefe Manlio sale a escena para informar al respetable auditorio que el Senado sabe que hay bronca en Oaxaca pero que los poderes no han desaparecido (a fin de cuentas, los ganadores políticos del conflicto postelectoral son los priístas: en el caso de Ulises Ruiz siguen negociándolo a precio de oro, porque saben que el primero de diciembre los panistas necesitan convertir el plomo en algo medianamente brilloso). El cuasi ex jefe Vicente no encuentra mejores opciones de consejo que los senadores blanquiazules encabezados por la lumbrera política del sexenio, Santiago Creel, así es que el mandatario federal saliente se encierra con un puñado de esos legisladores en Los Pinos para trazar presuntas estrategias inteligentes (¡oh, my dog!: los panistas sólo podrán deponer a Ulises si hacen más ¿más? concesiones a los priístas voraces. El michoacano presunto patrón de Agustín Carstens quiere que el problema de Oaxaca sea resuelto hoy, hoy, hoy, pero el guanajuatense presuntamente resolutivo hace malabares para que ese hoy llegue después del primero de diciembre).
Mientras los grandes jefes políticos juegan a la papa política caliente en la ciudad de México, en Oaxaca ha decidido aumentar la presión la parte de la sociedad que se ha sublevado, sabedora de que las elites centralistas suelen desdeñar la realidad regional. La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca conminó a sus seguidores a tomar el mayor número posible de alcaldías en la entidad, a que de las comunidades acudan refuerzos ciudadanos al zócalo de la capital oaxaqueña, a que se fortalezcan las barricadas urbanas y a que se mantenga una alerta máxima, pues los juegos de poder de la ciudad de México en cualquier momento pueden desembocar en un fracaso que lleve a las autoridades a optar por la violencia política.

Julio Hernández López (tomado del Astillero de la Jornada 18-10-06)

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